Con la entrada de los Estados Unidos al conflicto bélico, todo el país se movilizó para armar y equipar a los hombres que muy pronto deberían combatir en los cielos de Europa y el Pacífico. La industria de la aviación apeló directamente a las mujeres: Madres, hijas, esposas, novias, hermanas, sobrinas y primas en fábricas de diferentes estados, con largas sesiones instalando componentes y ensamblando aviones, un remache a la vez…
El fotógrafo Alfred T. Palmer creó para la Oficina de Información de Guerra y la Agencia de Servicios para la Agricultura una serie de imágenes Kodachrome que sirvieron como método de propaganda. Rostros casi perfectos con o sin maquillaje, ropas impecables, ni una mancha de grasa.
La realidad demostró ser mucho más dura, pero gracias al esfuerzo de todas esas mujeres, los pilotos estadounidenses lograron obtener la victoria aún frente a unidades superiores como los cazas de reacción que la Luftwaffe introdujo al final de la guerra. Sin embargo, ninguna de ellas llegó a volar esos aviones, y la Fuerza Aérea no abrió sus puertas a las mujeres hasta mediados de los ’70…
Fuente: Flashbak
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