Algunos elementos quieren controlar a Internet. Esos elementos no entienden a Internet. Y terminan haciendo cosas muy estúpidas para ejercer ese supuesto control sobre Internet, sin hacer el esfuerzo que les permitiría saber de qué se trata realmente. La consecuencia es un daño directo a la salud de Internet. Más cerrada, más centralizada, más discriminatoria. La Fundación Mozilla publicó un informe detallado sobre el estado general de Internet como ecosistema, y su conclusión es preocupante: La red de redes está enferma.
El año pasado se realizaron 56 «apagones» en el acceso a Internet, ya sean parciales o totales, ordenados por diferentes gobiernos. En 2015 fueron 15. Es evidente que la libertad de expresión va en contra de los intereses de una cantidad cada vez más importante de políticos, quienes insisten en volcar y/o retorcer todo (incluyendo evidencia sólida y contundente) a favor de su propia interpretación, o como hemos escuchado recientemente, presentar «hechos alternativos», mientras escuchamos las carcajadas del amigo Orwell en segundo plano. Si a esto le sumamos una interoperabilidad que brilla por su ausencia, nubes cada vez más cerradas y propietarias, innovadores atacados sin respiro por trolls de patentes, y restricciones geográficas para la distribución de contenido, es obvio que Internet no se encuentra en el mejor estado, ¿verdad?
Al menos, eso es lo que propone Mozilla con su último reporte de salud. De acuerdo a Mark Surman, director ejecutivo de la fundación, lo que comenzó como una herramienta de promoción para los valores democráticos, los emprendimientos y la colaboración está en riesgo de convertirse en todo lo contrario. Por supuesto, el informe no sería válido si no mencionara aspectos positivos, y el hecho de que casi la mitad de la especie humana ya tiene alguna forma de acceso a la red no puede ser ignorado. La otra cara de la moneda es una muy pobre distribución de dicho acceso, la expansión del software propietario, fragmentación, altos costos de desarrollo, y parámetros de seguridad muy debilitados, con el ejemplo de la «Internet de las Cosas» a la cabeza.
Internet aún tiene «agujeros negros» a pesar de mayores peticiones por transparencia. En el tema de propiedad intelectual, sólo un tercio del planeta aplica un concepto similar al del «fair use». Incluso los mecanismos básicos de comunicación son deficientes, ya que el 52 por ciento de los sitios web está en inglés, y apenas una de cada cuatro personas puede entender ese idioma. Surman y la mayoría de nosotros somos los primeros en reconocer que la famosa «era dorada» de Internet no va a regresar. Los tiempos cambiaron, y la red de redes cambió con ellos. Pero debemos asegurar que su crecimiento sea en la dirección correcta. El panorama actual, es un poco desalentador.