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Motor “Warp”, más cerca de lo que pensamos

La exploración del cosmos requiere del desarrollo de sistemas de propulsión adecuados. Aunque fuésemos capaces de acelerar hasta cerca de la velocidad de la luz -y estamos lejos de lograrlo- recorrer nuestra galaxia implicaría un viaje de cientos de miles de años. Sin embargo el llamado “motor Warp”, un viejo concepto de la ciencia ficción que fue analizado a fondo por físico mexicano Miguel Alcubierre, capaz de deformar el espacio y recorrer distancias enormes de forma prácticamente instantánea, podría ser una realidad. Y antes de lo que creemos.

Estamos asistiendo a una verdadera ola de descubrimientos relacionados con el cosmos. Todas las semanas se descubren nuevos exoplanetas, y a medida que nuestros instrumentos mejoran su resolución, la cantidad de ellos que poseen un tamaño lo suficientemente pequeño como para que se los pueda comprar a la Tierra aumenta. Es muy posible que dentro de 10 o 15 años podamos determinar si un exoplaneta del tamaño del nuestro es capaz o no de albergar formas de vida similares a las que conocemos. Pero a pesar de todos estos adelantos, esos descubrimientos solamente serán una enorme colección de datos, sin utilidad práctica. El motivo de esto es la enorme distancia que nos separa de estos mundos. Algunos de los exoplanetas se han detectado a distancias superiores a los 1000 años luz, es decir, la distancia que puede recorrer un fotón (que viaja a unos 300 mil kilómetros por segundo) en 1000 años.

La tecnología actual no puede proporcionarnos una nave lo suficientemente veloz como para transportarnos a un exoplaneta en un tiempo razonable. La nave más veloz que ha puesto en el espacio la humanidad es una de las Voyager, que se desplaza en este momento a unos 17 kilómetros por segundo (la otra viaja algo más lento, a unos 15 km/s). A esa velocidad, recorrer 1000 años luz nos llevaría unos 18 mil años. Para tener una idea de lo que significa ese tiempo, podemos señalar que en ese plazo -unas 600 generaciones- la humanidad pasó de la recolección de frutos silvestres,  la caza y la pesca a la microelectrónica. Es obvio que, si queremos adentrarnos en el cosmos, necesitamos un medio de transporte rápido. Muy rápido. Y la ciencia ficción ya nos lo ha mostrado: el “motor Warp”. Este motor, que impulsa el “Enterprise” de Star Trek, básicamente es capaz de deformar la estructura del espacio-tiempo, permitiéndonos viajar de forma casi instantánea entre dos puntos muy alejados entre sí. A pesar de que se trata de un concepto ficticio, los científicos han considerado la posibilidad de crear un motor de este tipo, y han encontrado no solo que es posible, sino que podríamos construirlo en un futuro no muy lejano.

Un motor Warp es capaz de manipular la curvatura del espacio-tiempo para mover una nave espacial aprovechando un suerte de “vacío legal” que existe en las leyes de la física, particularmente en esa tan molesta que desde hace unos 100 años impide que cualquier cosa se mueva más rápido que la velocidad de la luz. Uno de los primeros en analizar este tipo de concepto fue el físico mexicano Miguel Alcubierre, quien en 1994 determinó que tal cosa era posible, pero que para “alimentar” ese motor hacia falta la energía que podía proporcionar una masa equivalente a la del planeta Júpiter. Obviamente, la humanidad está muy (pero muy) lejos de convertir en energía una masa semejante, pero afortunadamente parece que algunas modificaciones realizadas sobre el concepto de Alcubierre permitirían la construcción de un motor Warp capaz de funcionar con mucho menos “combustible”. Harold White, del Centro Espacial Johnson de la NASA y uno de los integrantes del equipo que ha rehecho el trabajo de Alcubierre, dice que “realmente hay esperanzas” de construir un motor de este tipo. Básicamente, la propuesta de Alcubierre implicaba una nave espacial con forma de pelota de rugby unida a un gran anillo que la rodea. Ese anillo sería de un material exótico y el responsable de deformar el tejido del universo en los alrededores de la nave espacial, creando una contracción espacial en su proa y una dilatación en su popa, manteniendo la nave propiamente dicha en el centro de una burbuja de espacio-tiempo indeformable.

“Todo movimiento de partículas en el espacio está limitado por la velocidad de la luz”, dice Richard Obousy, presidente de Icarus Interestellar, un grupo de científicos e ingenieros sin ánimo de lucro que tiene como objetivo desarrollar el vuelo espacial interestelar. ”Pero lo realmente interesante es que el tejido mismo del espacio-tiempo no está limitado por la velocidad de la luz.” Con un motor de este tipo, la nave espacial sería capaz de alcanzar una velocidad máxima de alrededor de 10 veces la velocidad de la luz, pero como dijimos, consumiendo una cantidad mínima de energía aproximadamente igual a la masa del planeta Júpiter. White ha rehecho los cálculos, reemplazando el anillo que rodea la nave por un toroide, y ha descubierto que en realidad se podría construir un motor Warp que “solo” consuma la energía equivalente a la masa de un camión mediano. Si bien sigue siendo una cantidad enorme de energía,  se trata de un valor que quizás podamos generar en el futuro relativamente cercano. “Además,” dice White, “si la intensidad del tejido del espacio puede oscilar con el tiempo, la energía requerida se reduce aún más. Esta reducción adicional de en la cantidad de energía necesaria es la que pensamos observar pronto en el laboratorio”.

Efectivamente, el equipo de White han desarrollado una “mini versión del motor Warp”, capaz de crear micro deformaciones en el espacio-tiempo. Están trabajando en lo que ellos llaman el Campo Interferometrico Warp White-Juday, en el Centro Espacial Johnson, “tratando de ver si somos capaces de generar una curvatura del espacio-tiempo muy pequeña, de una parte por cada 10 millones”. Esto no significa que en 4 o 5 años podámos viajar a las estrellas, pero es un buen primer paso en ese sentido. ¿No te parece?

Escrito por Ariel Palazzesi

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