En varios momentos de la historia de la humanidad, se ha creído que el mundo se terminaba. La mayoría de las veces, esa creencia era totalmente injustificada. En otras, había algún fundamento serio pero la falta de información de la gente provocaba el pánico.
La humanidad ha temido desde siempre que se produzca un “fin del mundo”, ya sea debido a causas naturales (fuego, terremotos, meteoritos, cometas), divinas, extraterrestres o auto infligidas. Por supuesto, resulta obvio que todas las predicciones hechas hasta la fecha han fallado, si no difícilmente estarías leyendo en este momento.
Casi todas las religiones tienen debilidad por el final del mundo, el final de los tiempos. La mayoría de ellas utiliza este recurso para conseguir nuevos fieles, argumentando que “el fin esta próximo y hay que pasarse al bando de los buenos antes que sea tarde”. Sin ir más lejos, el cristianismo habla de la “segunda venida”, aunque no se dan fechas de este suceso. Simplemente se indica que está cercano, que tenemos que convertirnos para ser los elegidos.
En el año 999 de nuestra era, numerosos vaticinios, profecías y leyendas sostenía que con el cambio de milenio todo acabaría. Las últimas semanas de 999 fueron de un desenfreno sin igual. Según cuentan los historiadores la gente vendía sus pertenencias o las repartían entre los más pobres, intentando redimir sus actos negativos. La noche del 31 de diciembre miles de personas se reunieron en torno a iglesias y catedrales. Lloraban, rezaban y confesaban sus pecados mientras se acercaban las temidas campanadas. Por supuesto, al 31 de diciembre siguió el 1 de enero y así ha sido hasta la fecha actual. Nada sucedió.
Existen muchísimos ejemplos de sectas que han profetizado el fin del mundo de prácticamente cualquier manera que se nos ocurra, e incluso han provocado el suicidio de sus acólitos para lograr “salvarse”, ya sea transportándose a otro “plano astral” o a una nave extraterrestre que los espera en alguna parte, para llevarlos a quien sabe dónde. A pesar de que cada vez que ocurre algún suicidio en masa de este tipo los medios le dan una gran cobertura periodística, tarde o temprano vuelve a ocurrir. ¿Sera que al menos una parte de la gente quiere creen en el fin del mundo?
Quizás haya algo de eso. En octubre de 1938, un joven Orson Welles relató en una emisora de radio una adaptación de 59 minutos de duración de la novela de de H. G. Wells. El programa tenia la forma de un noticiario típico de la época, y se narraba la caída de meteoritos en los Estados Unidos. Más tarde se descubría que en realidad eran contenedores de naves marcianas que derrotaban a las fuerzas norteamericanas usando un “rayo de calor” y gases venenosos. Muchos oyentes sintonizaron tarde la emisión y no escucharon la introducción de Welles. Pensaron que se trataba de una emisión real de noticias, lo que provocó el pánico en las calles de Nueva York y Nueva Jersey. La policía y las redacciones de noticias terminaron con las líneas telefónicas colapsadas por las llamadas de oyentes aterrorizados que intentaban protegerse de los ficticios ataques con gas de los marcianos.
¿No hubiese sido más sencillo imaginarse que se trataba de un programa de ficción? Sin embargo, a la gente le resultó más fácil creer que estábamos siendo exterminados por extraterrestres. Otro momento típico en que se ha creído que el fin es próximo es con la llegada de algún cometa. Hasta no hace demasiado tiempo, el cielo era considerado el reino de lo eterno e inmutable, por lo que cuando aparecía “algo” rompía la perfección de la esfera celeste, inevitablemente se lo tomaba como un signo negativo.
Tomemos como ejemplo la visita del cometa Halley en 1910. A pesar de haber ocurrido en un momento en que la civilización conocía su origen, la espectacularidad del cometa, que podía verse incluso se día, desató fiestas de despedida y suicidios cuando se supo que la Tierra pasaría por su cola. Teníamos científicos que aseguraban que nada pasaría, diarios que difundieron ampliamente esa noticia, y sin embargo, muchos prefirieron creer en el desastre.
En tiempos más recientes, la llegada del cometa Hale-Bopp, descubierto en 1995 llevo a un grupo de fanáticos agrupados en una secta llamada “Puerta del Cielo” a creer que si se suicidaban, sus almas subirían a una nave espacial que ellos creían que estaba detrás del cometa. Su líder y 39 seguidores se quitaron la vida en California el 26 de marzo de 1997, mediante un coctel de fenobarbital, jugo de manzana y vodka. ¡Salud!
Mucho más cerca, cronológicamente hablando, está el último cambio de milenio. Una impresionante cantidad de augurios se publicaron sobre el fin del mundo en el año 2000. Desde las más disparatadas profecías de Nostradamus hasta el temor que provocaba un colapso informático debido a errores de programación, conocido como “Efecto Y2K”. Más allá de la discusión de que si el milenio terminaba en diciembre de 1999, 2000 o 2001, nada pasó. Ni la tierra fue destruida mediante el fuego, ni las computadoras fallaron dejándonos en la oscuridad tecnológica.
En NeoTeo te contamos sobre el Experimento de 6.000 millones de dólares, un súper acelerador de partículas que se pondrá en marcha en los próximos meses. Las colisiones dentro de esta máquina debería crear todo un zoológico de nuevas partículas, y muchos han pensado que algún error de cálculo haga que algo falle y la transforme en la máquina del fin del mundo.
Si nos atenemos a los hechos, cada vez que se ha pronosticado el fin del mundo ha sido un error. Las fuentes han sido de lo más diversas, desde un fanático religioso hasta un científico colmado de diplomas. Pero invariablemente, sus predicciones han sido erróneas. ¿Seguiremos teniendo la misma suerte siempre?