Hay tareas para las cuales sería muy conveniente tener más de dos brazos. No importa si el trabajo a realizar sea de fuerza o de precisión, lo cierto es que nunca faltan ocasiones en las que el usuario/operario debe “maniobrar” alrededor de cualquier limitación que pueda manifestarse. Con eso en mente, dos ingenieros del MIT están desarrollando dos brazos robóticos “adicionales” que el usuario llevará conectados a la altura de las caderas. Las comparaciones con el Doctor Octopus son inevitables, pero también plantea un nuevo punto de vista a la hora de trabajar con robots.
No necesitamos ir muy lejos para encontrar ejemplos de robots que hacen el trabajo de varias personas, especialmente cuando la tarea en cuestión requiere precisión y repetición, o simplemente una fuerza superior. Pero la intervención humana sigue siendo extremadamente importante, y por esa razón se están estudiando diferentes conceptos de exoesqueletos para utilizar en ambientes laborales. En lo personal, el recuerdo de la teniente Ripley manejando la grúa regresa a mi mente una y otra vez, pero en esta oportunidad, lo más lógico sería pensar en el Doctor Octopus.
Federico Parietti y Harry Asada del MIT han desarrollado un prototipo basado en dos brazos robóticos, que el usuario lleva conectados a la altura de las caderas, mientras que el resto del sistema está contenido a sus espaldas en formato de mochila. Básicamente, el control de los brazos depende de algoritmos que pueden ser “entrenados” para realizar tareas específicas. Este proceso de aprendizaje de los brazos tiene un componente visual y sensorial muy importante, ya que durante la prueba del prototipo se registraron múltiples factores, como la distancia entre las herramientas y la superficie de trabajo, y la información transmitida por los sensores que llevaban los operarios.
Tal vez el punto más delicado sea el “potencial de daño” de los brazos. Si un robot estático convencional puede lesionar a un trabajador, imagina por un momento lo que pueden hacer dos brazos conectados a las caderas. Para compensar esta situación, Parietti y Asada desarrollaron los brazos de forma tal que su exterior se encuentre recubierto de un material blando, capaz de transmitir en menor medida la fuerza de un teórico impacto. El desarrollo fue presentado en la pasada conferencia DSCC que se llevó a cabo en Florida, y el soporte económico detrás del proyecto llegó a través de la gente de Boeing, por lo que es probable que su primera aplicación “en el campo” sea a la hora de construir aviones.