El concepto de «influencer» en Instagram es uno de los que más trabajo me ha costado entender. Evidentemente hay algo interesante en observar la vida de estos instagrammers a través de los siete millones de autorretratos diarios que publican, y eso me lleva al caso de Miquela Sousa, una joven artista de 19 años que vive en Los Ángeles. Su perfil en Instagram acumula casi 300 publicaciones, y posee más de 560 mil seguidores… pero hay un pequeño detalle: No existe. Miquela es un avatar virtual.
Es probable que en los últimos meses nuestros lectores se hayan cruzado con el término «influencer», en especial dentro de Twitter e Instagram. Desde cierto punto de vista, los influencers no dejan de ser promotores. Algunos trabajan por su cuenta, y otros reciben el apoyo de patrocinadores. En las últimas semanas, la palabra «influencer» apareció en el centro del conflicto entre una mediática británica llamada Elle Darby y el hotel irlandés The White Moose (Versión corta: Darby ofreció «exposición» a cambio de una estadía de cinco días para ella y su pareja. El dueño del hotel dijo que no.), pero también está atravesando una suerte de «evolución» con la aparición de personajes inusuales como Miquela Sousa.
¿Qué tiene de inusual? Si nos guiamos por su biografía (19 años, residente en Los Ángeles, activista por los derechos trans y el movimiento Black Lives Matter), no hay nada extraño, pero una vez que vemos sus fotos, comprobamos que se trata de un avatar virtual. Así es: Miquela Sousa no existe. Aún así, su primer single llamado «Not Mine» alcanzó el Top 10 de la lista Spotify Viral en agosto del año pasado, y actualmente posee poco más de 567 mil seguidores en Instagram. Todavía no sabemos quién es la mente maestra detrás de Miquela, pero sí podemos decir que ya ha sido fotografiada usando prendas de Chanel, Moschino, Burberry, Versace, Fendi y Proenza Schouler.
En lo personal, Miquela me recuerda un poco a Alyx Vance de Half-Life 2. Por supuesto, no es el primer avatar virtual con un perfil comercial pronunciado (Hatsune Miku viene de inmediato a nuestras mentes) y no será el último, pero su éxito instala algunas preguntas interesantes: Si puede ser reemplazado con versiones digitales, ¿qué tan importante es el influencer de carne y hueso? ¿Qué impide a una compañía crear su propia legión de instagrammers para promocionar productos?