Parece que en Redmond creen que somos idiotas. El reciente anuncio hecho por Microsoft sobre la liberación de 20.000 líneas de código no es -como intentaban mostrarlo- el primer paso hacia una apertura de los fuentes de la empresa, sino una patética movida para evitar un juicio que seguramente perderían. El driver de red en el software Hyper-V de Microsoft utiliza componentes GPL, algo que está prohibido a no ser que esos mismos drivers sean liberados también. ¡Muchachos, eso no es jugar limpio!
Parece que el memo que escribió el nunca bien ponderado Bill Gates, sugiriendo que el enemigo era Linux y que sus productos debían parecérsele más todavía, todavía tiene vigencia en Redmond: alguno(s) de sus miles de programadores no tuvo mejor idea que construir uno de los drivers de red de su software Hyper-V, utilizando como base componentes GPL. Esto, por si solo, no es ni terrible ni está prohibido, pero lo que sí es ilegal es no distribuirlo bajo la misma licencia.
Muchos creímos que el reciente anuncio de Microsoft sobre la liberación esas 20.000 líneas de código suponían un cambio de actitud en Microsoft. Nos equivocamos rotundamente. En realidad, la “apertura” simplemente forma parte de una estrategia para evitar las consecuencias de haber utilizado el trabajo gratis de otros para desarrollar un producto “no GPL”. Stephen Hemminger, uno de los ingenieros de la empresa de soluciones de comunicaciones Open Source Vyatta, se encargó de revelar el uso indebido del código. Los componentes GPL estaban enlazados de forma estática a los binarios, pero -repetimos- la licencia GPL no permite mezclar alegremente elementos de código abierto y código propietario.
Cuando Hemminger descubrió el problema, se puso en contacto con Greg Kroah-Hartman, un programador de Novell responsable del proyecto Linux Driver Project. Entre ambos intentaron colaborar con Microsoft para solucionar ese conflicto con el menor “ruido” posible, aprovechando la buena relación entre Novell y el gigante (tramposo) de Redmond. A pesar de todo, Microsoft decidió “vender” la idea de que la utilización del código GPL era una forma de hacer el bien, ayudando a sus clientes a reducir el coste de implantación de su infraestructura de TIC, mejorando el rendimiento de Linux en Hyper-V.
El intento de “conquistar” el corazón de los usuarios de software Open Source ha resultado en todo lo contrario. Hoy, y hasta que se demuestre lo contrario, parece que no se puede confiar en Microsoft, y que dentro de los millones de líneas de código que conforman sus productos podría haber muchas cosas que no deberían estar allí.