Si tenemos que destacar a una de las tantas debilidades que afecta al ecosistema Windows en su totalidad, es Windows Update. La plataforma que se supone debe mantener actualizados y protegidos a nuestros sistemas operativos se ha transformado en el blanco de millones de usuarios frustrados por los problemas técnicos que causa. La nueva estrategia del gigante de Redmond es expandir la mecánica de actualizaciones acumulativas, lo que en teoría ayudará a aliviar los problemas de fragmentación. Por otro lado, ya se calcula que los hotfixes serán gigantes…
Todos los usuarios de Windows 7 y Windows 8.1 saben que algo está mal con Windows Update. Lo saben en sus entrañas. El condenado mecanismo puede quedarse durante horas atascado con el mensaje «buscando actualizaciones», y cuando el usuario está a punto de tirar la toalla, Windows Update escupe todos los hotfixes a la vez. Algunos han decidido «escapar» a Windows 10, con la idea de que Microsoft quebró Windows Update a propósito (en este punto, debo decir que comparto la idea) para incrementar los porcentajes de adopción del nuevo sistema operativo. Sin embargo, el césped no es tan verde al otro lado de la cerca. Las actualizaciones obligatorias y el pobre control de calidad noquearon miles de ordenadores alrededor del globo, pero ahora se observa otro problema en el horizonte: El tamaño de los hotfixes.
Tal y como lo indica Microsoft, el perfil de las actualizaciones es acumulativo, por lo tanto, cada nuevo parche contiene todas las correcciones del hotfix al que reemplaza, y del anterior, y del anterior… y así. Esto coloca al usuario en una situación bastante extraña, con actualizaciones que pueden aumentar su tamaño más de un 100 por ciento en cuestión de un mes. El parche acumulativo para Windows 10 1607 de 64 bits flotaba cerca de los 110-120 megabytes en agosto, mientras que en octubre, el hotfix que lo reemplaza con la designación KB3194798 quedó al borde de los 800 megabytes. Por supuesto, Windows Update tiene recursos para evitar que el usuario deba descargar todo el paquete cada vez, y cuanto más responsable sea con las actualizaciones, menor será el volumen de datos. Aún así, allá afuera encontramos usuarios con conexiones de banda ancha muy humildes, o que directamente poseen paquetes limitados de conectividad.
A esto debemos sumar el hecho de que Windows 7 y Windows 8.1 adoptarán una estrategia similar. En los últimos días ya se han podido observar varios «rollups» que van de unos pocos megabytes a casi 200. El famoso «Convenience Rollup» que Microsoft publicó en mayo y que se convirtió de forma no oficial en el Service Pack 2 para Windows 7 pesa casi 500 megabytes en su versión x64, y estos «bloques mensuales» se harán más grandes. Ahora, si Microsoft fuera consistente con la calidad de sus parches, los cambios en el tamaño sería algo tolerable, pero si un hotfix obligatorio de un gigabyte me deja sin sistema, arderá Troya…
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