Por nuestras fosas nasales pasan todo tipo de olores, fragancias, perfumes y aromas, que bien podrían ser sinónimos pero debido a lo que describen bien sabemos que no lo son. Una inventora llamada Amy Radcliffe nos brinda la oportunidad de capturar y guardar olores, sin importar de qué tipo sean o qué significado tengan para nosotros, utilizando una cámara análoga de olores llamada Madeleine.
El olfato es también un sentido muy importante para nuestra vida emocional, registrando los aromas que nos ha acompañado alguna vez en nuestras vidas. Sin embargo, la nariz por sí misma no tiene una memoria incorporada desde la cual podamos “reproducir” los olores que ya hemos sentido anteriormente. Y es que hay ciertas fragancias que queremos que se queden con nosotros para siempre. El olor de un arreglo floral, la esencia de vainilla que le ponemos a los postres, el perfume corporal y particular de alguna ex pareja o de la comida que nos hace mamá cuando vamos a visitarla. Amy Radcliffe pensaba lo mismo, y por eso utilizó sus conocimientos en diseño industrial para crear Madeleine, un dispositivo para capturar y guardar olores.
Lo que hace especial a Madeleine es la posibilidad real de poder captar un olor a través de un proceso rápido, limpio y apto para toda la familia. Las indicaciones nos dicen que tenemos que usar un domo de vidrio y ponerlo encima del objeto del cual queramos extraer olor. Si el olor que queremos capturar no es de un objeto sino del ambiente, el domo debe ser sostenido en el aire durante una extensa cantidad de tiempo (1 día aproximadamente). Continuando con el proceso, se conectan dos tubos de plástico a un vaporizador y utilizando una resina absorbente denominada Tenax, la cápsula que está encima del vaporizador recibe la esencia evaporada del objeto en cuestión. Una vez dentro de la cápsula, hay que sellar sus salidas y guardar la muestra para enviarla al laboratorio donde tienen la infraestructura necesaria para analizar las muestras y envasar la esencia capturada como si fuera un perfume personal.
El proceso mismo hace que Madeleine quede más cercano a una invención más cercana a la intervención artística que a un producto comercializable, aunque esto se podría solucionar si los precios del envío de las muestras para su análisis y posterior devolución no fueran muy altos. O, mejor aún, si el dispositivo viniese con un mini laboratorio para hacer el análisis en casa. Como avance tecnológico, el dispositivo todavía está en un estado prototípico y necesita más trabajar bastante sobre sus resultados finales. Sin embargo, como innovación no tiene discusión. Tal vez alguien con más imaginación que el redactor pueda encontrarle un uso adicional al del recuerdo nostálgico, aunque tener un banco de memoria de olores no es nada despreciable.