La iluminación de una ciudad está entre los desafíos más importantes que debe enfrentar cualquier gobierno. Dicha iluminación no sólo necesita ser de buena calidad y resistir emergencias, sino que requiere una eficiencia muy superior al promedio. La Tian Fu New Area Science Society cree que puede reemplazar a todas las luces callejeras de Chengdu con una luna artificial ubicada a 480 kilómetros de la superficie, iluminando unos 50 kilómetros cuadrados. El plan es lanzar y activar la primera de estas lunas en 2020, pero las dudas sobre el proyecto son enormes…
Mover una mayor cantidad de infraestructura a la órbita terrestre presenta varios beneficios, pero no podemos ignorar sus dificultades. El costo de despliegue y mantenimiento puede quebrar presupuestos de la noche a la mañana, y acelerar la instalación de hardware en el espacio también arrastra efectos secundarios. Sin embargo, no son pocos los que creen que debemos comenzar por alguna parte. Ahora, admito que una luna artificial para reemplazar los sistemas de iluminación callejera local no se encuentra muy alto en mi lista de prioridades, pero las cosas son diferentes para la Tian Fu New Area Science Society, que planea hacer exactamente eso, y arrojar luz sobre una parte de la ciudad de Chengdu, capital de la provincia de Sichuan en China.
La idea es que la luna artificial sirva como complemento para la Luna real, aunque su brillo será ocho veces más intenso. Estará ubicada a 480 kilómetros de la superficie, y se supone que el diámetro de iluminación estará entre los 10 y los 80 kilómetros, pero otras fuentes sugieren un promedio de 50 kilómetros cuadrados. La posición de la luz podrá ser calibrada con una resolución de pocos metros, y si todo sale bien, la combinación de varias «lunas» iluminará poco más de 10.000 kilómetros cuadrados, casi la totalidad de la superficie de Chengdu. Los responsables del proyecto tienen como razón principal a una simple cuestión de costos: Si el satélite reflector ilumina los antes mencionados 50 kilómetros cuadrados, eso se convierte en un ahorro para la ciudad de 174 millones de dólares anuales.
El problema es… todo lo demás. Los detalles técnicos son escasos, y no hay mucho más allá de un hipotético lanzamiento en 2020, con lunas adicionales en 2022 si la primera funciona correctamente. El concepto no es muy nuevo que digamos. Entre 1992 y 1999, Roscosmos experimentó con la serie Znamya de reflectores. El primer satélite funcionó dentro de sus parámetros normales, pero el segundo se perdió debido a lo que muchos creen que fue un error humano. La gran duda se encuentra en la órbita de la luna, porque una opción geoestacionaria a 480 kilómetros es imposible. La luna artificial debería dar lugar a una constelación entera, y eso sin considerar la demanda de combustible para combatir el arrastre atmosférico. Además, el proyecto necesita evaluar aspectos como la contaminación lumínica, y por supuesto, el costo. En lo personal, creo que esto corre un enorme riesgo de convertirse en el nuevo TEB: Una estafa disfrazada.
Fuente: The Guardian