Esta teoría no es nueva pero va cobrando fuerza conforme avanzan las investigaciones de Gerta Keller. En oposición a la teoría dominante que afirma que fue un meteorito el que consiguió extinguir a los orgullosos lagartos de la prehistoria, esta investigadora afirma que los datos no concuerdan y que las evidencias apuntan hacia la teoría de los volcanes como causantes de la desaparición de toda una era de espectaculares seres. El debate está servido. La ciencia pelea fieramente para alcanzar un consenso en esta fascinante cuestión pero por ahora no hay acuerdo.
En 1980 un grupo de investigadores liderados por el físico Luis Álvarez (Premio Nobel) y su hijo Walter descubrieron, en las muestras tomadas por todo el mundo de las capas intermedias entre los períodos cretáceo y terciario de hace 65 millones de años, una concentración de iridio cientos de veces más alta que lo normal. El final del cretáceo coincide con la extinción de los dinosaurios. Plantearon así la llamada "Hipótesis Alvarez", conforme la cual la extinción de los dinosaurios y de muchas otras formas de vida habría sido causada por el impacto de un gran meteorito contra la superficie de la Tierra hace 65 millones de años.
El meteorito que creó el cráter Chicxulub, situado en la península del Yucatán(México), tenía de 10 a 15 kilómetros de diámetro, o sea el tamaño aproximado de la isla de Manhattan. Cayó a la Tierra a una velocidad mayor que la de una bala, abriendo una vasta caverna de 40 kilómetros de profundidad y de 100 kilómetros de diámetro. Este cráter colapsó rápidamente bajo la fuerza de gravedad, dejando un agujero de 180 kilómetros de diámetro y de solamente 2 kilómetros de profundidad. La energía liberada por este impacto fue igual a la de 100 millones de megatoneladas de TNT. En comparación, la erupción del Monte Santa Helena en 1980 liberó una energía equivalente a apenas 10 megatoneladas de TNT (10 megatones). La bomba atómica que explotó sobre Hiroshima liberó una energía equivalente a unas 10 kilotoneladas de TNT (o sea 0,01 megatones). El impacto provocó colosales maremotos e intensos terremotos mucho más allá de la zona cero y causó un levantamiento de polvo y hollín que cubrió la atmósfera durante años, tiempo suficiente para ahogar la fotosíntesis de las plantas y masacrar al 80 % de todas las especies vivientes de la Tierra, incluyendo los dinosaurios. Esta se considera, por ahora, la teoría dominante.
La paleontóloga Gerta Keller de la Universidad de Princeton afirma que en realidad el meteorito responsable del cráter Chicxulub impactó 300.000 años antes de producirse la gran extinción. “El impacto de Chicxulub no pudo haber causado la extinción masiva”, aseguró Keller “porque precede a la extinción masiva y, aparentemente, no causó ninguna extinción”. Los sedimentos marinos perforados en el propio cráter de Chicxulub, así como los de una zona de Texas a lo largo del río Brazos, y luego los de afloramientos en el noreste de México, indican que Chicxulub impactó con La Tierra 300 000 años antes de la extinción masiva. "Pequeños microfósiles de animales marinos permanecieron virtualmente intactos", dijo Keller. “En todas esas localidades podemos analizar los microfósiles marinos en los sedimentos justo por encima y por debajo de la capa que señala el impacto de Chicxulub y no se pueden apreciar efectos bióticos destacables”, comentó Keller. “No podemos atribuir ninguna extinción concreta a este impacto”. Anteriormente nadie había publicado esta historia crítica de la supervivencia.
Descartado el meteorito, la paleontóloga fijó su atención en el vulcanismo de Deccan, en la India, pues le pareció que las evidencias de que la extinción masiva de los grandes lagartos apuntaban a una orgía de erupciones salvajes que se mantuvieron durante mucho tiempo y que provocaron un efecto similar en la atmósfera a la del meteorito. Las erupciones de Deccan Traps escupieron unos fabulosas cantidades de lava que se extendieron por centenares de kilómetros. Se calcula que liberó a la atmósfera diez veces más gases alteradores del clima que la cantidad emitida en el propio impacto del meteorito de Chicxulub, según el vulcanólogo Vincent Courtillot del Instituto de Física del Globo en París. El vulcanismo de Deccan contribuyó produciendo y lanzando grandes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera durante un periodo de más de un millón de años, conduciendo hacia la extinción masiva. En el momento en el que Chicxulub impactó, los océanos estaban unos 3-4 grados más calientes, incluso en el fondo. “En tierra firme debía haber 7-8 grados más”, dijo Keller. “Este calentamiento por efecto invernadero está bien documentado. El aumento de temperatura fue rápido, tardó unos 20000 años, se mantuvo durante unos 100000 años y entonces se enfrió, volviendo a la normalidad antes de la extinción masiva”.
El eslabón crucial esgrimido por Keller entre la erupción y la extinción en masa está formado por microscópicos fósiles marinos que evolucionaron inmediatamente después del misterioso evento de extinción en masa. Los mismos foraminíferos planctónicos fosilizados fueron encontrados en Rajahmundry, a unos mil kilómetros del centro de las Deccan Traps cerca de Mumbai. "Es la primera vez que podemos vincular la fase principal de las Deccan Traps directamente con la extinción masiva", explica la paleontóloga. Chicxulub probablemente facilitó la desaparición de los dinosaurios, pero también lo hizo el calentamiento debido al efecto invernadero creado por el vulcanismo de Deccan y, finalmente, un segundo y descomunal impacto acabó con todos ellos. Pero entonces ¿dónde está el cráter? “Ojalá lo supiese”, se lamentó Keller. “Hay algún indicio de que debió impactar en India, donde parece haber un cráter de unos 500 kilómetros de diámetro, localizado y llamado Shiva por el paleontólogo Sankar Chatteriee del Museo de Texas Tech University en Lubbock. Sin embargo, este indicio no es concluyente por el momento”. Keller y sus colegas presentarán sus conclusiones en Diciembre de 2009 en la American Geophysical Union en San Francisco." El trabajo también se incluirá en un próximo documental del History Channel titulado "Lo que realmente mató a los dinosaurios".
Los científicos siguen enzarzados en una feroz batalla cuál tiranosaurios con bata blanca. Las evidencias no son suficientes para decantar hacia un lado u otro la balanza. Hay 4 líneas de investigación que chocan y se entrecruzan. Por un lado, los que dicen que fue el meteorito Chicxulub, por otro los que aseguran que fueron impactos múltiples, luego los que piensan que hubo un cambio climático y, por último, Gerta Keller que trata de demostrar que los responsables principales de la extinción fueron los colosales volcanes de aquella época los que erradicaron de la faz de la tierra a los gigantes prehistóricos. Quién sabe, quizá fue una mezcla de todos en general y ninguno en particular. Yo, la verdad, entre científicos con esos dientes, no me meto.