Y un día… comenzaron a desaparecer. Nuevas opciones de comunicación personal sumadas a la magia de la portabilidad provocaron que los teléfonos públicos pierdan esa conveniencia histórica que los acompañó durante décadas. El ojo entrenado aún puede encontrarlos (aunque no sin dificultad), y en la gran mayoría de los casos es probable que no funcionen, cortesía del vandalismo o la falta de mantenimiento de la compañía. Hoy vamos hacer un breve recorrido visual, apenas un pequeño homenaje a esas torres alrededor del mundo que resisten el paso del tiempo, o que ya arrojaron la toalla frente al óxido, la humedad, y el olvido.
Primero fueron los cospeles, pequeñas fichas con una configuración especial. Después adoptaron las monedas de curso legal, y también se hizo el intento con tarjetas magnéticas, aunque este último método fue hackeado rápidamente en muchos países. Hizo todo lo posible para adaptarse a los nuevos desafíos, pero no fue suficiente. Los dispositivos móviles de bajo costo, la mensajería instantánea y el WiFi dejaron al humilde teléfono público muy abajo en nuestra lista de prioridades.
Concedido, aún existen unidades semipúblicas, y el llamado «locutorio» experimentó una mutación que lo llevó a ofrecer otros servicios más allá de la telefonía, sin embargo, la mayor parte de las compañías no dudaron en sellar su destino, interrumpir su mantenimiento e iniciar el retiro.
Hoy vamos a ver algunos de esos teléfonos públicos, sin reparar ni restaurar. Un par presentan buenas condiciones, pero el resto se encuentra tal y como los puedes encontrar hoy; Golpeados, pintados, abandonados.
(De nuestros archivos, publicada originalmente en noviembre de 2017, con algunas correcciones.)
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