El primer experimento a gran escala por reproducir nuestra biosfera costó 200 millones de dólares. La llamada “Biosfera 2”, una estructura de 1,27 hectáreas construida en Oracle, Arizona (EE. UU.) entre 1987 y 1991, fue diseñada para investigar la viabilidad de biosferas cerradas en la colonización espacial. El experimento principal, dividido en dos misiones, finalizó en 1994. Luego de muchas idas y vueltas, Biosfera 2 fue vendida a una promotora de casas residenciales y más tarde a la Universidad de Arizona. En la actualidad, su estado es deprimente. Te contamos la historia del lugar que pretendió ser un modelo para la colonización del espacio, y acabó convertido en un basurero.
La idea era muy buena: crear un sitio completamente cerrado y meter dentro todo lo necesario para que un grupo de personas pudiese cultivar su comida y sobrevivir durante un par de años. El complejo Biosfera 2 fue diseñado para aprender más sobre el entramado de interacciones que tienen lugar en un ecosistema, para estudiar la viabilidad de construir biosferas cerradas en otros planetas y hacer posible la colonización espacial, además de permitir el estudio y manipulación de una biosfera sin dañar la de la Tierra. Construido por una empresa llamada Space Biosphere Ventures, tuvo como principales accionistas a John Polk Allen y Margret Augustine. El trabajo costó 200 millones de dólares de la época. El tamaño del complejo es de 1,27 hectáreas -el equivalente a dos y medio estadios de fútbol- y se encuentra emplazado sobre un terreno de más de 600 hectáreas ubicado en pleno desierto de Arizona, no muy lejos de Tucson.
Los científicos utilizarían Biosfera 2 para monitorizar la química del aire, el agua y la tierra contenida en ella durante el transcurso de las “misiones”. Un equipo de médicos y psicólogos efectuaría el seguimiento continuo del estado de salud -física y mental- de las tripulaciones humanas. Como es lógico, la naturaleza de los experimentos a desarrollar exigían que la estructura fuese completamente hermética, lo que planteó algunos complejos problemas de ingeniería. El edificio debía tener el tamaño suficiente como para alojar en su interior una pequeña selva, un océano de 850 m² (arrecife de coral incluido), un manglar de 450 m², 1900 m² de sabana similar a la Africana, un desierto de 1400 m², una superficie de 2500 m² de tierras cultivables, y por supuesto, comodidades para el alojamiento de los humanos. Contaba además con oficinas y algunas instalaciones técnicas bajo tierra.
La estructura del complejo fue construida con tuberías de acero y cristal. Su diseño fue encargado a una empresa llamada Peter Pearce & Associates, propiedad de Peter Pearce, quien había sido estudiante de Buckminster Fuller. Pearce concibió un edificio en el que el cierre de las ventanas y las estructuras fuese hermético, minimizando el flujo de aire entre el interior y el exterior. El volumen de aire contenido dentro de Biosfera 2, como es natural, se expandía durante el día debido al calor del Sol. Durante las noches, reducía su volumen nuevamente. La estructura -completamente rígida- debía resistir las enormes tensiones que provocaba su volumen constante. Para lograrlo se la dotó de unos enormes diafragmas, que permitían al edificio mantener la presión ambiente sin dejar escapar aire fuera del hábitat. Lógicamente, para que los experimentos fuesen valederos, era impensable abrir las ventanas para dejar entrar aire fresco, por lo que se instalaron enormes equipos de aire acondicionado para controlar su temperatura. Estos aparatos eran voraces consumidores de electricidad: por cada unidad de energía solar que entraba en la estructura, los acondicionadores gastaban tres veces más en enfriar el hábitat nuevamente. La energía eléctrica era proporcionada por una central de gas natural.
La primera misión duró exactamente dos años, y comenzó el 26 de septiembre de 1991. La “tripulación” de 8 personas la pasó bastante mal. Algunas plantas, como los plátanos, crecieron sin problemas y proporcionaron los indispensables alimentos. Otros cultivos que funcionaron fueron las batatas y los cacahuetes. El resto apenas si logró sobrevivir. Los tripulantes denunciaron una continua sensación de hambre durante todo el experimento. Como si esto fuese poco, el nivel de oxígeno en el interior de Biosfera 2 decreció a ritmo alarmante. Al comenzar la misión era de un 20,9%, pero en 16 meses se había reducido hasta un 14,5%. Respirar dentro del hábitat costaba el mismo trabajo que hacerlo a 4000 metros de altura. Para evitar daños permanentes en los voluntarios, los científicos de la Universidad de Arizona inyectaron oxígeno extra en dos ocasiones.
Aparentemente el problema tuvo su origen -al menos en parte- en los bajos niveles de luz. Durante el experimento, el tiempo fue inusualmente nublado y -además- las vigas de apoyo de la estructura bloquearon una significativa cantidad de luz solar, reduciendo la fotosíntesis. Algunos creen que la caída en los niveles de oxígeno se debió a la presencia de microbios en el terreno. Se habían introducido microorganismos para favorecer el desarrollo de las plantas, y estos bichos también necesitan respirar. Como si esto fuese poco, Biosfera 2 padeció también de niveles de CO2 “salvajemente variables”, y la mayor parte de las especies vertebradas y todos los insectos polinizadores murieron. A pesar de todo esto, el experimento sirvió para demostrar que mantener personas vivas dentro de un hábitat completamente aislado no era en absoluto sencillo.
La segunda -y última- misión fue un completo disparate. Comenzó el 6 de marzo de 1994 y se había proyectado que duraría diez meses. La tripulación era de siete personas. El 1 de abril, antes de que transcurriese un mes de comenzado el experimento, graves acusaciones provocaron el desalojo del equipo de dirección. En medio del escándalo, a las 3 de la mañana del 5 de abril, Abigail Alling y Mark Van Thillo -que habían sido miembros de la primera tripulación- sabotearon deliberadamente el proyecto abriendo todas las puertas del edificio. En ese momento, y aunque los responsables no lo supieran, comenzó el ocaso de Biosfera 2. A lo largo de los años siguientes el complejo cambiaría varias veces de manos. En 1995 fue transferido a la Universidad de Columbia, que lo utilizó como un centro de investigaciones en el que los estudiantes solían pasar un semestre completo. En 2003, Biosfera fue devuelta a sus propietarios originales. En 2006 se decidió que la estructura, que ya no era hermética, y la finca sobre la que estaba emplazada fuese convertida en una comunidad residencial. Existían fuertes intereses inmobiliarios, ya que Biosfera 2 está emplazada en una zona de “ciudades dormitorio” que rodean a Tucson.
El traspaso a una empresa promotora de casas residenciales tuvo lugar el 5 de junio de 2007, por sólo 50 millones de dólares. La idea era construir viviendas, un hotel turístico y mantener el edificio principal abierto para su exhibición. Pero en junio de 2007 la Universidad de Arizona anunció que continuaría con la investigación en Biosfera 2, así que gracias a fondos provenientes de donaciones privadas y becas, el complejo volvió a ser destinado a su función original.
Lamentablemente, a lo largo de todos esos años el lugar dejó de recibir el mantenimiento necesario y prácticamente se destruyó. Como puedes ver en las fotografías que acompañan este artículo -tomadas por el fotógrafo Noah Sheldon– Biosfera 2 necesitará de una buena inyección de dinero para volver a funcionar. La Universidad tiene planes de poner en marcha misiones con duraciones similares a las originales, pero corrigiendo los errores que las hicieron fracasar. Si logran juntar los fondos, en no mucho tiempo volveremos a oír de este proyecto. Ojalá así sea.