No, nunca verás aparecer platos voladores ni seres verdes con antenitas. Tampoco nosotros visitaremos en un futuro otros planetas. Afirman que la realidad virtual tiene la culpa. ¿Por qué? ¡Deberás leer la nota, en otro burdo truco amarillista de To Bit!
Geoffrey Miller es uno de los especialistas más reconocidos en psicología evolutiva, y uno de sus trabajos más reconocidos es el que está relacionado con la psicología del consumismo y su relación con el mundo físico y virtual. John Naish es un excelente periodista científico que resume el trabajo de Miller y escribe, en su libro ¡Basta!:
“En la actualidad la mayor parte del ingenio humano se vuelca a crear experiencias virtuales en lugar de utilizarse en industrias que fabrican cosas reales. Incluso sugiere que es por esta razón que jamás se puso en contacto con nosotros alguna de las civilizaciones extraterrestres que, en teoría, deberían haber evolucionado en alguno de los planetas que orbitan en torno a las 100 mil millones de estrellas de nuestra galaxia.”
El mayor motivo por el que tomamos esa dirección puede encontrarse en la cultura del consumismo. Miller proyecta nuestra propia evolución terrestre y concluye que es altamente probable que la vida inteligente en el espacio tal vez jamás haya logrado superar el estadio tecnológico de la invención de la realidad virtual sin quedar totalmente embobado con ella: algo así como decir que “los extraterrestres preferirían extinguirse jugando versiones marcianas de PlayStation en su casa en lugar de hacer el trabajo necesario para colonizar la galaxia.”
Como contrapartida, de nuestra cultura de realidad virtual “podría evolucionar una nueva línea de humanos que rechacen la tentación de las emociones baratas que ofrece la pantalla y utilicen la tecnología para tener vidas más productivas en el mundo real. Pero teme que las únicas personas que podrían crear una sociedad tan rigurosa serían fanáticos religiosos intransigentes: el tipo de gente con largas barbas y gorros que aborrece el ocio, el placer y las ideas liberales.”
Miller va aun más allá, mostrando que, evolutivamente, estamos perdiendo nuestros troncos encefálicos.
Investigando acerca de este tema no pude dejar de acordarme de una de las escenas finales de la película Tommy the The Who (empieza en 1h 35m):
¿Será que, en este preciso momento, billones de billones de seres que pueblan el cosmos están inmersos en sus propias realidades virtuales, sin que les importe lo que pasa a su alrededor? ¿Nuestra idea de una invasión marciana solo puede haber prosperado en la época en que ni siquiera vislumbrábamos el concepto de realidad virtual?
La polémica está en marcha. Queda ahora a nuestros lectores la tarea de discutirlo en los comentarios de esta nota. ¿Qué argumentos a favor y en contra podemos encontrar?
Mientras tanto, voy a probar este nuevo modelo de Oculus Rift que me compré.
¡Hasta el próximo To Bit!
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