La sensación de regocijo, aprecio, compañía, legitimidad, aceptación y otras tantas que tenemos luego de ver que un comentario o una publicación nuestra obtienen un Me Gusta tiene una explicación científica, pues en última instancia somos sistemas nerviosos interactuando de diferentes maneras. Un estudio reveló los efectos del “Me Gusta” en el cerebro y porqué nos volvemos adictos a ello.
No hace mucho redactamos un artículo acerca de la depresión que generaba la exposición prolongada a Facebook y contábamos sobre cómo a medida que la red social se nos hace más presente en la vida diaria, la constante visualización de la “mejor parte de todos nuestros amigos” generaba comparaciones entre sus vidas y la tuya, lo que influía psicológicamente en ti para sentirte menos seguro acerca de tus éxitos personales. En aquel estudio también podíamos establecer un vínculo entre el contenido positivo y subjetivamente seleccionado de los usuarios y la búsqueda de Me Gusta como validadores de nuestra existencia en línea, pero también, según informa el actual estudio publicado en la Frontiers in Human Neuroscience, como un motivador neurológico ya que se ha podido identificar qué es lo que pasa en nuestro cerebro cuando nos dan un “Me gusta” a algún contenido nuestro.
En concreto, la detección de lo que produce un Me Gusta (o por el caso, que nos siga alguien en Twitter o un +1 en Google+) aparece en una región llamada núcleo accumbens en nuestro cerebro, que es la encargada de procesar los sentimientos gratificantes que son producidos por elementos naturales y sociales como ser la comida, el sexo, el dinero y la aceptación social. Ante las pruebas de los científicos, cada vez que una persona obtenía una alabanza en forma de valoración positiva de las redes sociales ante algún comentario, publicación o lo que fuere, esta región se hacía más activa. Como dijimos antes y en nuestro anterior artículo sobre el tema, la afirmación social que produce un Me Gusta es como un pequeño aplauso de pie, un asentimiento a nuestras palabras, una risa ante nuestros chistes. Y como nuestro cerebro tiene una fuerte capacidad adictiva a lo que da placer, la razón por la cual mucha gente pasa tanto tiempo en Facebook comentando cosas y compartiendo otras se desvela aún más.
La investigación, todavía en curso y con mucha información más por develar a medida que se detallen más resultados en próximos papers, enseña que el cerebro busca patrones intentando predecir las recompensas, por lo que ciertas conductas se van a potenciar para tratar de lograr aquello que le da placer. Es que como los “Me gusta” que nos dan son esporádicos, el cerebro reacciona mejor a ellos y los valora por su aparición ante cierta escases (se disfruta más la comida cuando hace mucho que no comes, etc.). En otras palabras, la adicción a Facebook y a sus Me Gusta se convierte en una necesidad de la propia psiquis de la persona para buscar legitimidad social y satisfacer la necesidad de placer extra que ha creado. La ecuación es simple, aunque el proceso sea involuntario: más contenido y más tiempo en Facebook, más posibilidades de recibir un Me Gusta y de darle placer a nuestro cerebro.
A continuación, un comic sobre esta temática.