Si tenemos que asociar un ruido a un color, el primer (y probablemente único) ejemplo que nos viene a la mente es el famoso ruido blanco, sin embargo, lo cierto es que el ruido puede tener otros colores, dependiendo de su densidad espectral de potencia. Así es como encontramos al ruido rosa, rojo, azul, violeta, y gris. ¿Quieres saber cómo suenan algunos de estos colores? Aquí tienes un par de vídeos.
¿Por qué al ruido blanco se lo llama «blanco»? ¿Cómo se llega a su asociación con un color? En realidad, es más sencillo de lo que aparenta. Tanto la luz como el sonido están hechos de ondas. Del mismo modo en el que la luz blanca representa a todas las frecuencias que podemos «ver», el ruido blanco hace lo mismo con todas las frecuencias que podemos «escuchar», que en circunstancias normales van de los 20 a los 20.000 Hz. A esto se suma el detalle de que todas esas frecuencias poseen la misma potencia, pero la razón por la que el ruido blanco suena como lo hace (o sea, estática) tiene un componente biológico detrás. Ahora, para muchas personas el ruido blanco es muy molesto. ¿Qué tal si probamos otro color…?
Explicando los colores del sonido
Uno de los más populares es el ruido rosa. A diferencia de lo que sucede con el ruido blanco, el ruido rosa pierde tres decibelios por octava a medida que aumenta la frecuencia (su densidad espectral de potencia es inversamente proporcional). Dicho de otro modo, las frecuencias más altas cuentan con un volumen reducido. Aunque parezca mentira, esa reducción transmite la sensación del que el ruido rosa es más equilibrado que el blanco, cuando de hecho no es así.
El ruido rojo, mal llamado «ruido marrón» (técnicamente «ruido Brown» por su descubridor Robert Brown), coloca aún más presión sobre las frecuencias superiores en comparación con el ruido rosa, perdiendo seis decibelios por octava.
El ruido blanco, rosa y rojo son considerados los tres principales, pero la historia del ruido y los colores no se termina allí. Tanto el ruido azul como el violeta son «opuestos» del ruido rosa y rojo, aumentando en tres y seis decibelios por octava respectivamente. Si observamos el gráfico del ruido gris, en esencia nos encontramos con una curva. Y en cuanto al resto… digamos que están sujetos a interpretación. Muchos llaman al silencio «ruido negro», pero no todos siguen esa regla.