Con el rápido abandono de las zonas más cercanas a la planta nuclear de Chernóbil, la vida salvaje se las arregló para recuperar terreno, pero también quedaron atrás muchas mascotas. Hoy, sus descendientes recorren la zona de exclusión, y en algunos casos, son cachorritos absolutamente adorables. El problema es que recomiendan a los visitantes no tocar, ni acariciar ni recoger a los perritos debido al riesgo de partículas radiactivas en su pelaje…
Después del éxito absoluto de la serie lanzada por HBO, la demanda de información adicional sobre la planta de Chernóbil, las causas detrás de la explosión y su situación actual se disparó por completo. Sin embargo, hay un detalle que no suele ser mencionado con tanta frecuencia, y es el avance de la vida salvaje en la región. La naturaleza respondió con contundencia a pesar de la radiación, y los expertos han encontrado bisontes, jabalíes, tejones, lobos, zorros, linces, caballos salvajes y osos pardos. También hay algo más: Cachorritos.
Todos estos perros son descendientes de las mascotas que fueron abandonadas poco después del desastre nuclear en abril de 1986. Dicho abandono fue impuesto por las autoridades, separando a cientos de familias de sus fieles compañeros. Incluso existen reportes de escuadrones encargados de matar animales contaminados dentro de la zona de exclusión, pero esa «tarea» nunca se completó.
Hoy, muchos cachorros y perros adultos por igual se acercan a los puntos turísticos, especialmente al Cafe Desyatka, ante la posibilidad de obtener un bocadillo extra. Sin embargo, la vida no es nada sencilla para ellos. La radiación siempre está allí, en segundo plano. Algunos perros llevan radioisótopos en sus huesos, y la recomendación general es no entrar en contacto con ellos, ya que existe el riesgo de partículas radiactivas en su pelaje.
Pero la radiación no es el punto más grave. La mayoría de los perros y gatos en la zona no viven más allá de los cinco o seis años debido a la dureza del invierno ucraniano, la falta de acceso a alimento y agua, y enfermedades clásicas como el parvovirus. La gente del Clean Futures Fund posee tres clínicas veterinarias en la zona, dedicadas a alimentar, vacunar y controlar la población vía castración de estos animales, pero depende de donaciones para continuar funcionando, y encontrar nuevos hogares a aquellos perros declarados libres de radiación.