La naturaleza es pródiga en animales extraños. La evolución ha proporcionado, a algunos insectos o arácnidos, de mecanismos de supervivencia capaces de ponerle los pelos de punta hasta al más valiente biólogo. Muchos de estos bichos incluso se atreven a atacar o parasitar animales tan grandes como los humanos, por lo que nunca está de más conocer sus hábitos para estar preparados ante su presencia. A continuación te mostramos las características de algunos de estos seres de pesadilla.
Estrepsípteros: Durmiendo con el enemigo
Hace unos años, la entomóloga Jeyaraney Kathirithamby, de la Universidad de Oxford, descubrió una bizarra táctica empleada por un parásito para alojarse en su huésped sin que éste lo detecte. El organismo en cuestión es el estrepsíptero (Strepsiptera), un parásito de alas retorcidas cuyas larvas, luego de ser depositadas sobre el lomo de un saltamontes, perforan un agujero a través de su exoesqueleto. Cuando completan su trabajo, usan un fragmento de la capa blanda para envolverse. La regeneración natural hace que el agujero se cierre y que la piel se fije alrededor de las larvas, formando una especie de bolsa dentro de la cual se alimentan y desarrollan.
Dermatobia hominis: ¡Alien es real!
La Dermatobia hominis es una mosca azul, de uno a dos centímetros de largo, cuyas larvas se desarrollan en el interior de la piel de los mamíferos, incluido el hombre. El ciclo de vida de este insecto es asqueroso. Comienza cuando las moscas hembras adultas depositan y adhieren los huevos en el abdomen de artrópodos (casi siempre hematófagos). Los huevos, conteniendo una larva dentro, pueden permanecer de 7 a 30 días sobre el abdomen de estos insectos a la espera de algún anfitrión. Una vez que la larva llega a la piel de algún animal, la atraviesa sin problemas. Utiliza sus mandíbulas, y demora de 5 a 10 minutos en alojarse debajo de la piel. En 12 a 16 días muda a larva, y comienza a migrar por el tejido subcutáneo formando a su paso túneles. En este estado, la larva mide de 2,5 a 3 centímetros de largo, con un cuerpo cubierto de púas. El video que tienes a continuación es sumamente explicito. Quizás demasiado.
Esta migración dura unos 10 días, período en el cual la parasitosis se puede agravar porque da lugar a la aparición de infecciones cutáneas secundarias. Cuando la larva sale del anfitrión cae al suelo, donde se entierra a unos 5 o 6 centímetros de profundidad, para transformarse en pupa o crisálida, y más o menos 45 días más tarde -dependiendo de los factores climáticos- los adultos emergen de las pupas, pudiendo llegar a vivir entre 8 y 9 días. La hembra puede depositar de a 15 a 30 huevos por vez, y entre 100 y 400 a lo largo de toda su vida. La aproxima vez que te pique algo, asegúrate que no haya dejado sobre tu piel uno de estos “regalitos”.Trichinella: Cuidado con lo que comes
El Trichinella spiralis, el agente causal de la triquinosis, es un parásito de los mamíferos carnívoros entre los cuales se encuentra, claro está, el hombre. La Trichinella es un nematodo tisular que pasa al hombre generalmente al comer carne de cerdo mal cocida. Las larvas que se encuentran en la carne del animal, y que no resultan muertas en el proceso de cocción, se desarrollan en el intestino del comensal. Las larvas miden entre 2 y 5 milímetros de largo, y cada hembra puede incubar en su interior entre 1000 y 1500 huevos, así que te darás una idea de la velocidad con la que “colonizan” al huésped. Las nuevas larvas migran a través de la pared intestinal hacia el torrente sanguíneo, e invaden los tejidos musculares. Se alojan en el corazón, el diafragma, los pulmones y el cerebro.
Taenia saginata: 10 metros de terror
¿Te imaginas un gusano de más de 10 metros de largo, con la cabeza llena de ventosas, viviendo dentro de tu cuerpo? Este gusano, que parece sacado de una mala película clase “B”, en realidad es algo muy real. La Taenia saginata, un platelminto parásito de la clase Cestoda, vive en las primeras porciones del intestino delgado del ser humano. Los ejemplares adultos miden entre dos y cinco metros de largo, aunque no es raro encontrar ejemplares bien alimentados que midan hasta diez metros. Se los conoce genéricamente como “lombriz solitaria”, dado que usualmente se aloja un solo gusano adulto en el intestino de la persona infestada. Estos animales llegan a su lugar de residencia a partir del consumo de carne de ganado vacuno, en el que produce una infestación generalmente asintomática, localizada en la musculatura del animal.
El vídeo muestra, en vivo y directo, el proceso de “remoción” de uno de estos gusanos del interior del intestino de una persona. Viendo esas imágenes, uno tiende a ver a cada hamburguesa como un enemigo potencial.Araña violín, una música de pesadilla
Existe una pequeña araña, llamada “araña reclusa” o “araña violinista”, que a primera vista no resulta demasiado aterradora. Sin embargo, este artrópodo (que mide alrededor de dos centímetros y medio de largo) puede hacerte pasar un muy mal rato. En primer lugar, debemos tener en cuenta que es muy probable que haya una de esas “linduras” cerca tuyo en este momento. En efecto, las arañas violín viven en lugares como sótanos, áticos y armarios, pasando desapercibidas la mayor parte del tiempo. Pero seguramente hay una en cada casa, es un arácnido muy común.
La mordedura de una araña de este tipo causa un grave daño local en los tejidos, una herida que produce ardor, comezón y dolor, síntomas que pueden presentarse incluso horas después de haber sido “picado”. La zona de la piel afectada puede tornarse de color azul intenso, en general rodeada de un anillo blanquecino y de otro anillo exterior más grande en color rojizo. El efecto general es ligeramente psicodélico, aunque muy poco divertido. Además, luego de la mordedura, tendrás fiebre, dolor de cabeza y de todo el cuerpo. Lo más feo es que se irá formando una úlcera o ampolla en el lugar de la picadura que, con el correr de las horas, se volverá negra. Las picaduras de araña reclusa son de las más venenosas y complicadas de curar, y la atención médica puede incluir la administración de corticosteroides y demás medicamentos, incluso una cirugía en el área dañada. Si tienes alguna duda al respecto, le puedes preguntar a Max, que hace poco tuvo un “encuentro cercano del primer tipo” con una de estas.Ameba cerebral: Tu super yo monstruoso
Este microorganismo, conocido como Naegleria fowleri, es el responsable de unas cuantas muertes cada año. Se trata de una especie de ameba que tiene la mala costumbre de ingresar a tu cuerpo por la nariz, y alojarse en el cerebro. La ameba vive en la corteza superior de sedimentos de barro en el fondo de lagos y charcas, y entra al cuerpo a través de la nariz cuando algún desprevenido bañista chapotea a placer en aguas cálidas y bajas. Obviamente, no solo resulta repugnante tener estos bichos dentro de nuestro cerebro, sino que utilizan nuestra (a veces escasa) materia gris como alimento.
Cordyceps: Bichos zombies
Esta clase de hongos, conocidos generalmente como “Cordyceps”, comprenden un género perteneciente a los ascomicetes y agrupan unas 400 especies. Todos los Cordyceps son parásitos de insectos y otros artrópodos. Aunque suene extraño, el hongo se apodera de su huésped, convirtiéndolo en una especie de “zombie”. La especie mejor conocida, el Cordyceps sinensis, ataca a la “oruga vegetal”, un insecto utilizado en la medicina china tradicional. Cuando el Cordyceps encuentra un huésped, invade -y eventualmente reemplaza- sus tejidos. Este proceso incluso afecta la conducta del insecto parasitado, induciendo comportamientos atípicos. Cuando el Cordyceps unilateralis infecta una hormiga, hace que se suba a una planta antes de morir, asegurando la máxima distribución de las esporas procedentes del cadáver del insecto.
A pesar de lo bizarro del sistema que emplea para reproducirse, estos hongos son útiles para el ser humano. El Cordyceps subsessilis (Tolypocladium inflatum) es la fuente de la ciclosporina, el medicamento que se usa en el trasplante de órganos humanos como inmunosupresor.El parásito del ojo
El bicho que hemos dejado para el final produce una filariasis en el ojo. Se trata de un grupo de enfermedades parasitarias infecciosas que tienen como denominador común el ser producidas por nematodos -gusanos en forma de hilo-, que se transmiten de persona a persona por la picadura de insectos. En el caso que nos ocupa, la infección se produce por el nematodo Loa loa, más conocido como “gusano africano del ojo“. El insecto que trasmite la enfermedad es un tábano de género Chrysops, también llamado mosca del ciervo o del mango. Las larvas son transmitidas al hombre mediante la dolorosa picadura del tábano. Penetra la piel a través de la herida de la picadura, y queda instalada en los tejidos subcutáneos. Aproximadamente de 6 a 12 meses después del contagio comienza la producción de microfilarias, que pueden persistir más de 17 años. Los síntomas no suelen aparecer hasta transcurrido un año de la picadura, pues ese es el tiempo que los parásitos tardan en alcanzar la fase adulta. Los Loa loa machos miden de 2 a 3.5 centímetros, mientras que las hembras alcanzan los 7, teniendo en ambos casos medio milímetro de diámetro. El gusano se mueve libremente por el tejido subcutáneo, produciendo hinchazones transitorias en las extremidades, y tarde o temprano consigue su objetivo: llegar a la conjuntiva del ojo. Una vez allí, como podrás imaginarte, produce irritación, dolor, edemas de los párpados y trastornos de la visión.
No tenemos que decir lo desesperante que debe ser observar en el espejo la presencia del gusano en el ojo. El tratamiento, al igual que ocurre con la Trichinella, es poco efectivo. No hay una forma 100% segura de eliminar este pequeño “alien” dentro de nuestro organismo. Como si fuese poco malo tener este gusano dentro del ojo, suele ocurrir que se produzcan reacciones alérgicas luego de la muerte del parásito, por lo que se recomienda hacer los exámenes correspondientes antes de intentar matarlos con ivermectina o dietilcarbamacina. Para los parásitos que se encuentran dentro del ojo se recomienda la cirugía como mecanismo de extirpación. Por supuesto, nadie garantiza que más tarde o más temprano, algún otro llegue a ese lugar. Ufff… Hemos visto unos pocos ejemplos de lo que anda suelto por ahí, acechando presas desprevenidas que bien podríamos ser nosotros mismos. ¿Conoces algún otro ejemplar de estos bichos de pesadilla? Deja tus crónicas de horror en los comentarios.