Los Bajau son conocidos como verdaderos nómadas del mar, desplazándose por el sudeste asiático y viviendo de las riquezas que entrega el lecho marino. Su estilo de vida ha estado asociado al buceo por miles de años, y su capacidad para contener la respiración no deja de fascinar a los científicos. Un estudio indica que la clave detrás de su extraordinario rendimiento bajo el agua se encuentra en un bazo de mayor tamaño, el cual sirve como reserva de células rojas oxigenadas.
Imagina a una persona que se arroja al mar para cazar en el lecho marino, conteniendo la respiración por tres o cuatro minutos… incluso más. Pueden ser peces o mariscos, pero el objetivo es claro: Regresar a la superficie con algo. Si bien esto suena como parte de la trama en un trabajo de ciencia ficción, en realidad es exactamente lo que el pueblo Bajau ha hecho por miles de años.
Un tanque de buceo biológico
Los Bajau son gente pobre y sacrificada, y la llamada «vida moderna» no es necesariamente tolerante con ellos, pero después de haber desarrollado una relación tan estrecha con el mar durante siglos, no es descabellado pensar que la genética les daría alguna ventaja específica para adaptarse de manera más eficiente a su entorno.
Un estudio publicado por la doctora Melissa Ilardo de la Universidad de Copenhague y un amplio grupo de colegas explica que los Bajau cuentan con un bazo más grande de lo normal, un 50 por ciento para ser precisos. El bazo destruye células rojas viejas, y actúa como una reserva especial de células oxigenadas.
Uno de los últimos recursos que tiene el cuerpo para resistir en el fondo del mar (además de reducir el ritmo cardíaco y comprimir vasos sanguíneos en las extremidades) es la contracción del bazo, lo que se traduce en una inyección de oxígeno. En otras palabras, el bazo se comporta como un tanque de buceo biológico.
Otro aspecto interesante es que no hay diferencias de tamaño entre los Bajau que bucean con frecuencia y los que no, por lo que no se trata de un detalle estrictamente asociado a la práctica. La cifra del 50 por ciento fue establecida al comparar los bazos de los Bajau con los del pueblo Saluan, que en general se ha dedicado a la agricultura.
Por supuesto, esto no responde a simple curiosidad, sino que hay un interés legítimo por conocer la capacidad del cuerpo humano para adaptarse a situaciones de hipoxia. La falta de oxígeno puede marcar la diferencia entre una recuperación sin secuelas o un daño permanente, y cuanto más sepamos al respecto, mejor.