Tengo casi cuarenta años, y uso ordenadores desde 1983, lo que me ha permitido ser testigo de cambios realmente increíbles en la tecnología. Invariablemente, lo que hoy es “lo máximo”, en 3 o 4 años se vuelve obsoleto, y es reemplazado por una nueva maravilla.
La afamada publicación “Computerworld” cumple 40 años, y ha publicado un artículo donde pueden verse una serie de publicidades aparecidas hace décadas, que son un excelente ejemplo de cómo (afortunadamente) el avance de la tecnología hace que hasta el periférico más poderoso se transforme en algo casi cómico pocos años después.
Almacenamiento en disco duro
En una época donde la unidad de medida de los discos duros es el Gigabyte (y muy cerca de comenzar a medir en Terabytes), los discos de unas pocas decenas o centenas de megabytes parecen un chiste: cualquier teléfono móvil, cámara de fotos o pendrive tiene varias veces esa capacidad. Sin embargo, no siempre fue así.
El aviso siguiente, publicado en 1977, nos ofrece un disco duro de 80 MB a “tan solo" u$s 12.000. Y si queremos un ahorro mayor, podemos comprar el más grande, de 300 MB a u$s 20.000. Claro que para tener una perspectiva de lo que ese espacio de almacenamiento significaba en 1977 hay que recordar que un gran mainframe de la época tenía 512KB de memoria.
Correo electrónico
Llegas a tu casa, te sientas frente al ordenador, y en dos segundos descargas algunas de decenas de emails, basura electrónica incluida. Tomas unos minutos para responder los más importantes, y en otro par de segundos la respuesta es enviada a cada destinatario. Sin duda, es una escena totalmente común y rutinaria. Sin embargo, no siempre fue así.
El aviso de Honeywell, de 1981, intenta convencer a los ejecutivos de grandes empresas de que el correo electrónico del que tanto se ha dicho ya es una realidad, que no solo lo comunicará más rápidamente sino que ahorrará montañas de papeles. Frases como “Uno de los métodos más avanzados para compartir información” o “Su correo en su terminal. Pulse una tecla y aparecerá instantáneamente” pueden sonar obvias en la actualidad, pero realmente era algo revolucionario.
Por supuesto, la plaga del spam era algo totalmente desconocido en la época.
Modem
Es muy probable que estés leyendo este artículo desde un ordenador conectado a internet mediante ADSL de 512Kb o más. Y seguramente más de una vez habrás hecho sentir tus gritos de protesta porque la velocidad de la conexión no es tan buena como querrías. Aunque no lo recuerdes todo el tiempo, cada segundo estas “traficando” más de medio millón de bits. Sin embargo, no siempre fue así.
En 1971, uno de los modem más avanzados era capaz de transmitir hasta 4.8 Kb/s. Y uno “del montón” solo 300 o 1200 b/s. A 1200b/s (aproximadamente 1.2Kb), la descarga de un archivo MP3 de 5 MB demoraría unas 10 u 11 horas (puedes hacer las cuentas). Por supuesto, luego tendrías que encontrar en que reproducirlo: el microprocesador de cualquier MP3 player es más potente que mayoría de los ordenadores de esa década.
Wordstar
Estoy escribiendo esto en un procesador de texto que forma parte de una suite de aplicaciones que lo hace casi todo: corrige mi ortografía, me proporciona cientos de tipografías, dibujos, plantillas, estilos y otras cosas que jamás usaré. Antes de imprimir mis trabajos, tengo una vista previa en pantalla que es idéntica a lo que saldrá por la impresora. Sin embargo, no siempre fue así.
Wordstar fue el procesador de textos que revoluciono el mercado, allá por el principio del 80. Hasta ese momento, lo que uno tenía en la pantalla no se parecía en nada a lo que iba a salir impreso. Había que escribir comandos, más o menos como los que se utilizan en HTML, para indicar si un párrafo estaba centrado, o si esa palabra estaba en negrita. ¡Y eso solo con los mejores procesadores de texto! La mayoría no permitía nada de eso, eran básicamente una máquina de escribir con forma de ordenador.
Sin embargo, Wordstar impuso la interfaz WYSIWYG (“What You See Is What You Get”, o “Lo que ves es lo que obtienes”) a la que estamos acostumbrados. Por supuesto, hacía falta un potente ordenador para poder correrlo: un Z80 u i8080 con CP/M y al menos 48Kb de RAM.
Redes de ordenadores
Cualquier chaval se monta una red de ordenadores con sus amigos, y se pasa la tarde dándose caña con el último videogame, sin que ello signifique la ruina económica de sus padres, ni el uso de tecnología digna de la NASA. En realidad, solo necesita su ordenador, el del amigo, y un par de cables. Sin embargo, no siempre fue así.
Durante mucho tiempo los ordenadores estuvieron unos aislados de los otros. Poco más tarde, para aprovechar mejor la inversión y el poder de cálculo (de alguna manera hay que llamarlo) que poseían, se comenzaron a usar “terminales bobas” conectadas a un ordenador central. El del anuncio que está más abajo es un modelo de la empresa DIGITAL, llamado DECSystem que permitía la conexión de hasta 512 terminales. El alto costo del hardware, sobre todo las memorias y discos duros hacia rentable este esquema de terminales que utilizaban los recursos del ordenador central.
Informática móvil
Notebooks, Palms, PocketPC, teléfonos móviles que disponen de aplicaciones típicas de los ordenadores, y montones de gadgets que podemos llevar a cuesta son algo completamente normal. De hecho, el número de ordenadores portátiles se está acercando al de los clásicos “desktop” de toda la vida, y son tan potentes como ellos. Sin embargo, no siempre fue así.
En 1976 un ordenador era prácticamente un dinosaurio: grande, pesado, lento y con un apetito voraz. Sin embargo, mucha gente reclamaba por uno que pudiese llevar de un lado a otro, sin romperse la espalda en el intento.
En la foto siguiente podemos ver un ordenador portátil de esa época: un monitor CRT de 5 pulgadas, un hermoso modem telefónico (acústico, por supuesto), y un ordenador pequeño, todo metido dentro de un practico maletín.
Impresoras
Luego de sacar unas fotos con tu cámara digital, llegas a casa y obtienes unas bonitas copias a todo color con tu impresora de inyección de tinta que pagaste un puñado de dólares. Seguramente en la oficina tienes una de tecnología laser, capaz de imprimir decenas de páginas por minuto. Realmente, es muy fácil volcar nuestro trabajo al papel. Sin embargo, no siempre fue así.
Hubo una época no tan lejana, donde las impresoras median su velocidad en caracteres por según en lugar de páginas por minuto. Las había de solamente unas decenas de caracteres por segundo, lo cual era muchísimo, ya que el sistema de impresión era mecánico: un grupo de agujas, una cadena metálica con caracteres en relieve o una bola impactaba contra una cinta entintada que transfería el texto al papel.
La “belleza” del anuncio costaba solamente u$s 12.500 en los 70s. Y solo imprimía texto y código de barras mediante la bola que se ve en la foto.
Este repaso por las publicidades de hace unas décadas nos da una idea de lo que ha avanzado la informática en tan corto plazo. Esto nos permite vislumbrar el futuro, ya que el crecimiento en capacidad, velocidad y facilidad de uso de los ordenadores siguen curvas bastantes previsibles. Por ejemplo, la Ley De Moore, enunciada hace más de 20 años y que sigue siendo vigente. Habrá que estar preparados.