Cuando nos enfrentamos a una recreativa, el mundo entra en pausa. Todo se reduce a insertar una ficha, tomar los controles, y sobrevivir hasta que el «Game Over» nos golpea en la cara. Pero una vez que la magia se termina, ni siquiera las recreativas pueden escapar a los mandatos de la realidad… y eso incluye restricciones de exportación. El último vídeo de Nostalgia Nerd en YouTube brinda una sólida introducción al estándar JAMMA, y también explica la razón por la que cada recreativa debía salir de Japón con un juego secreto…
Los primeros años de las recreativas fueron básicamente el «Far West» para sus fabricantes, quienes utilizaron toda clase de trucos y diseños con el objetivo de atraer al público, y por supuesto, maximizar sus ganancias. Sin embargo, en 1985 surgió el estándar JAMMA (Japan Amusement Machine and Marketing Association), y en cuestión de pocos años, el mundo entero lo adoptó (la mayoría de las recreativas se fabricaban en Japón, un detalle que ayudó bastante al proceso).
Los beneficios de JAMMA fueron enormes: Con una placa y la ayuda de un adaptador, las recreativas bajo ese estándar podían ser transformadas fácilmente en nuevos juegos, reemplazando títulos que habían perdido popularidad. El resto era tan simple como cambiar su arte… pero más allá del atractivo comercial que tenían los «gabinetes JAMMA genéricos», lo cierto es que debieron cruzar espadas con las leyes japonesas a principios de los ’90. ¿Por qué? Nostalgia Nerd lo explica:
¿Por qué algunas recreativas tenían juegos secretos?
Uno de los aspectos más curiosos de esta restricción es que no alcanzaba con una simple demo en bucle: Por más que el juego no estuviera disponible para el público, debía funcionar como tal. A principios de 1990, el Ministerio de Industria japonés actualizó su ley de control de materiales y dispositivos eléctricos para sumar a las recreativas, que en la actualidad se conoce como «ley PSE» o Denki Yōhin Anzenhō (PSE es similar a la marca «CE» en Europa). Esa actualización estableció que las máquinas recreativas debían incluir el PCB, el gabinete, la pantalla, y todos los elementos necesarios para su correcta operación.
Después de su evaluación, las recreativas sólo podían ser exportadas en el mismo estado que recibieron la aprobación. En otras palabras, si los gabinetes no tenían un juego instalado, corrían el riesgo de ser clasificados como un producto sin terminar, bloqueando así su venta. Las llamadas «JAMMA Test Boards» se convirtieron en la solución ideal para cumplir con todos los requerimientos, y los fabricantes instalaron diferentes juegos en ellas.
Taito tenía a su «Minivader», una versión reducida del clásico Space Invaders. Sega cargó a «Dottori Kun», otro downscale inspirado en el juego Head On, el cual fue incluido como extra en las unidades Astro City Mini. Konami usó una tarjeta mucho más avanzada con su «Mogura Desse», un «whack-a-mole» repleto de sonido y color, mientras que en otras versiones el juego era «Target Panic». Finalmente, llegamos al «Battalion» de Namco, hermano menor del Tank Battalion.
Sólo los operadores de las salas y encargados de mantenimiento llegaron a «disfrutar» de estos títulos, y como era de esperarse, hoy son especialmente raros por dos razones: O terminaban en la basura, o eran recomprados por el fabricante para su instalación en nuevos gabinetes.
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