La historia de los ordenadores personales tiene algunos ejemplares que crearon nuevas reglas, y otros que las pulverizaron por completo. La Macintosh original pertenece sin dudas a la segunda categoría. Llegando como un claro desafío a los gigantes de la industria, este sistema no sólo se convirtió en el primer gran éxito del gigante de Cupertino, sino que ha dejado un legado formidable, el cual aún perdura en ordenadores actuales.
En estos días, cualquier noticia relacionada a Apple tiene como elementos principales a sus dispositivos móviles, pero hoy nos trae aquí algo diferente. Algunos fans de la manzana sólo piensan en qué nuevo gadget aparecerá en el horizonte, y es un duro trabajo convencerlos de que el pasado, la historia de Apple, es mucho más rica. Todos tenemos una idea más o menos sólida de sus comienzos. Es casi como un sueño romántico: Dos jóvenes con una idea (aunque hay un tercer nombre en la ecuación, el de Ronald Wayne), dispuestos a conquistar el mundo. Así nació Apple, y de su torbellino surgieron los sistemas Apple I, II y III (con sus variantes), además de Apple Lisa, un ordenador histórico que no estuvo libre de controversias durante su desarrollo. Sin embargo, había otro proyecto que estaba cocinándose lentamente en los pasillos de Apple, y que contó con nada menos que Steve Jobs como líder del equipo: Macintosh.
Si bien existió un fuerte componente político en el desarrollo de la Macintosh (Jobs fue obligado a salir del proyecto Lisa, y encontró en la Macintosh todo lo que necesitaba para imponer su visión), una buena combinación entre precio y especificaciones casi garantizaron su éxito, ya que costaba entre cuatro y cinco veces menos que su “hermana mayor” Lisa. Aún así, la Macintosh tenía un monstruo más grande por cazar, y ese monstruo era IBM con su sistema 5150 (léase IBM PC), que ya llevaba más de dos años en el mercado. Todos los rumores, anticipos y declaraciones terminaron por condensarse sobre dos puntos. El primero confirmaba que el desarrollo de la Macintosh se había convertido en algo muy personal para Jobs, haciendo firmar a todos los miembros del equipo, e incorporando las firmas al molde de la carcasa en el interior del sistema (“Los verdaderos artistas firman su trabajo” – Steve Jobs). El segundo, fue básicamente una declaración de guerra.
El 22 de enero de 1984, Estados Unidos se encontraba paralizado por el Super Bowl XVIII, que enfrentaba a los Redskins de Washington con los Raiders de Los Angeles. Se estima que más de 77 millones de personas vieron el encuentro a través de la pantalla de CBS, y durante la pausa del tercer cuarto, fueron testigos de esto:
En el aspecto técnico, la Macintosh tenía como procesador a un chip Motorola 68000, operando a una frecuencia de 8 MHz. Con 128 KB de RAM integrados y otros 64 KB de ROM adicionales, la Macintosh manifestaba algunas limitaciones en cuanto a memoria, pero era un compromiso razonable teniendo en cuenta que a mediados de los ‘80, agregar más RAM calificaba como un verdadero lujo. Su diseño general, que hoy podría ser interpretado como un ancestro del “all in one”, apelaba a una pantalla CRT blanco y negro de 9 pulgadas, con una resolución de 512 por 342 píxeles. El modelo original contó con una unidad de diskettes de 3.5 pulgadas cuya capacidad era de 400 kilobytes, suficiente como para almacenar a todo el software de sistema en un solo disco. Diferentes tipos de componentes externos llegaron al mercado algunos meses después del lanzamiento de la Macintosh, como el Macintosh External Disk Drive, que incorporaba una segunda unidad de 3.5 pulgadas, y al que se atribuye una buena parte del éxito de la Macintosh. En septiembre de 1984, Apple lanzaría la Macintosh 512K (imagen a continuación), que como lo indica su nombre, multiplicaba por cuatro la cantidad de RAM instalada.
La Macintosh original, hoy conocida oficialmente como Macintosh 128K, fue retirada del mercado en octubre de 1985. Había vendido 70 mil unidades en menos de cuatro meses, y se mantuvo relativamente popular entregando casi 20 mil unidades mensuales, pero la vetusta serie Apple II aún representaba el 70 por ciento de los ingresos. Para ese entonces, Apple la estaba pasando mal. Sus conflictos políticos estaban despedazando a la manzana por dentro, a un extremo tal que el propio Jobs fue “reasignado” a un rol ceremonial de presidente, llevando a su eventual salida (algo a lo que él llamó “lo mejor que me pudo haber pasado”), y sus ventas caían mientras que la competencia arrojaba al mercado sistemas cada vez más poderosos y económicos. Treinta años después, con nuevas y viejas caras, puentes quemados, reconciliaciones, clásicos rivales y nuevas visiones, el legado de la Macintosh ha demostrado ser gigantesco. Sólo basta con ir a la página de Apple: Su ADN está en todas partes, comenzando por las iMac, MacBook y Mac Pro, y más allá de algunos rumores aislados, no creo que esta presencia vaya a modificarse pronto. ¿Quieres conocer más? En ese caso, tu primera parada es el portal de Folklore.org (enlace más abajo), con más de cien historias vinculadas al desarrollo de la Macintosh original, y algunas expresiones imperdibles provenientes de las mentes que la crearon. ¡Feliz cumpleaños, Macintosh! Ha sido todo un viaje.
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