Se trata de un avance que seguramente nos recuerda de alguna manera a la novela de Mary Shelley “Frankenstein o el moderno Prometeo”: un grupo de investigadores de la Universidad de Pittsburgh ha utilizado un disco o caja de Petri y un “colchón” de proteínas para cultivar un puñado de células embrionarias del hipocampo de una rata, consiguiendo que se desarrollen y funcionen lo suficientemente bien como para mantener una especie de “memoria a corto plazo” con una duración cercana a los 12 segundos. Inquietante, discutible y seguramente polémico, este experimento puede ayudarnos a comprender mejor la forma en que funciona un cerebro vivo.
Cuando la escritora inglesa Mary Wollstonecraft Shelley escribió su famosa novela, allá por 1818, explorando temas tan vigentes como la moral científica, la creación y destrucción de vida y la audacia de la humanidad al intentar imitar a Dios, seguramente nadie creía que fuese posible “construir” un ser vivo a partir las “piezas” de otros. Sin embargo, dos siglos de ciencia mediante, en la actualidad semejante cosa ya no parece algo imposible.
Un ejemplo de esto es el trabajo realizado por los científicos de la Universidad de Pittsburgh, quienes utilizaron como base un disco de Petri para “construir” un cerebro a partir de células de rata. Estos discos, muy comunes en cualquier laboratorio, están formados por un recipiente de cristal o plástico compuesto por dos discos que pueden adaptarse entre sí. En el disco que forma el fondo de la caja se depositan los cultivos que se quieren analizar. En esta oportunidad, se depositó una capa de proteínas y sobre ellas un grupo de células embrionarias procedentes de la región del hipocampo de una rata. Después de algún tiempo, estás células crecieron y se vincularon entre sí, generando una red neuronal compuesta por entre 40 y 60 neuronas individuales, conformando un anillo capaz de recibir y transmitir señales eléctricas. Estas señales son lo suficientemente estables como para recorrer una y otra vez el anillo durante un lapso de tiempo de hasta 12 segundos. Como sabemos, la “información” dentro del cerebro de transfiere en forma de impulsos eléctricos, por lo que estas señales son equivalentes a los “pensamientos” que podría tener un cerebro funcional.
Obviamente, un grupo tan pequeño de neuronas no está ni cerca de experimentar algo tan sofisticado como un pensamiento o sensación de ningún tipo, pero el hecho de que el origen de esta especie de micro cerebro haya sido el explicado lo convierte en un logro destacable. Los investigadores suponían que estas señales podría recorrer las neuronas durante un tiempo mucho más breve, del orden de los 0.25 segundos, pero se sorprendieron con la larga duración de los mismos. Desde el punto de vista fisiológico, lo que están haciendo estas células equivale a una suerte de “memoria de corto plazo”, en la que la señal se almacena durante unos 12 segundos. Los responsables de este experimento esperan que los resultados obtenidos ayuden a descubrir la forma en que nuestros cerebros transmiten señales eléctricas y cómo es que esa enorme red neuronal que se encuentra confinada dentro de nuestro cráneo logra procesar y almacenar los datos.