Un experimento basado en colisiones de iones de plomo en el detector ALICE del LHC ha revelado que, en sus primeros instantes, el Universo se comportó como si fuese un líquido muy denso y caliente. Luego de varios meses de espera, el Gran Colisionador de Hadrones se ha convertido en lo que sus creadores esperaban: una increíble herramienta capaz de proporcionarnos datos indispensables para la comprensión de nuestro Universo.
Un comunicado del CERN (Centro Europeo de Investigación Nuclear), institución que tiene a su cargo la operación del Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por Large Hadron Collider) revela que el origen del universo fue líquido. Las primeras observaciones realizadas mediante ALICE, un gigantesco detector optimizado para el estudio de iones pesados, han aportado datos que permiten determinar que en los primeros instantes de su existencia, el Universo se comportaba como un líquido extremadamente caliente y denso. Los científicos del CERN describen a este líquido como “un fluido perfecto”. Los resultados obtenidos por ALICE reafirman observaciones realizadas con anterioridad en el colisionador RHIC (Relativistic Heavy Ion Collider) de Brookhaven.
El director de Investigación del CERN, Sergio Bertolucci, explica que “menos de tres semanas después de haber puesto en marcha los tres experimentos a base de colisiones de iones de plomo en el LHC, éstos ya han dado una nueva perspectiva sobre la materia que habría existido en los primeros instantes de vida del Universo.” Los resultados obtenidos ya han permitido descartar algunas teorías sobre el comportamiento del Universo primordial. “Es impresionante lo rápido que estos experimentos han proporcionado resultados en el marco de un terreno tan complejo de la física.”, continúa Bertolucci. “Los experimentos que se desarrollan en ALICE, ATLAS y CMS de alguna manera compiten entre sí pero trabajan juntos, y cotejando los datos será como podamos apreciar la fotografía completa y obtener resultados. Es un bello ejemplo de cómo la competencia y la colaboración son características clave en este campo de la ciencia”, agregó.
Las colisiones de iones de plomo que se realizan en el LHC tienen como objetivo recrear las condiciones a las que se encontraba sometida la materia durante el Big Bang. Los experimentos han determinado que, durante el nacimiento del Universo, la materia conformaba una especie de “sopa primordial” conocida como “plasma quark-gluón” que tiempo más tarde daría lugar a neutrones y protones que formarían el núcleo de los átomos de materia ordinaria que hoy vemos. La posibilidad de recrear y estudiar este plasma aportará al CERN importantes conocimientos sobre el nacimiento y evolución del Universo, y sobre las características de la “fuerza nuclear fuerte” que mantiene juntos a los quarks y los gluones, permitiendo la existencia de protones, neutrones. Provocando choques entre los iones de plomo previamente acelerados hasta prácticamente la velocidad de la luz, el LHC logra concentrar una gran energía en un volumen espacial lo suficientemente pequeño como para producir pequeñas “gotas” del “Universo líquido primordial”.
Obviamente, y a pesar de lo emocionante que resultan todos estos descubrimientos, el objetivo más publicitado del LHC es la búsqueda el bosón de Higgs, bautizado por buena parte de la prensa como “la partícula de Dios.” En este sentido, los responsables del acelerador esperan que ATLAS, otro de los sensores de la súper máquina, comience a arrojar resultados luego de la parada para efectuar tareas de mantenimiento que se efectuará el 6 de diciembre. Según parece, el CERN planea despedir el año con bombos y platillos.