Gordon Moore, una de las mentes detrás del éxito de Intel, pasará a la historia por haber predicho que el número de transistores de los microprocesadores se duplicaría cada 18 meses. Desde hace 30 años dicho pronóstico se cumple a rajatabla. Ahora, dos investigadores de Estados Unidos han predicho algo parecido, pero para el hallazgo de exoplanetas. Si están en lo cierto, hay una muy buena probabilidad de que avistemos un planeta similar a la Tierra dentro de menos de un año. ¿Que tan acertado puede ser un pronóstico de ese tipo?
En 1965, cuando los microprocesadores eran poco más que un puñado de transistores conviviendo dentro del mismo trozo de plástico, Gordon Moore , el cofundador de Intel hizo un arriesgado pronóstico: “el número de transistores por unidad de superficie de los circuitos integrados se duplicará cada año, al menos durante las próximas dos décadas.” A grandes rasgos, el vaticinio de Moore se ha cumplido durante más del doble de ese plazo, y todo hace pensar que al menos durante otros diez años seguirá teniendo validez. A diferencia de otros charlatanes de feria que -sin tener más pistas que una revelación proporcionada por alguna entidad sobrenatural- suelen anticipar el fin del mundo o calamidades por el estilo cada dos por tres que, como es lógico, nunca se cumplen, Moore sabía muy bien de que estaba hablando. Su empresa había sido una de las pioneras en ese campo, y lo sigue siendo. Esto nos hace pensar en que sería posible hacer algún pronóstico similar en otros campos de la ciencia, sobre todo en aquellos que dependen fuertemente de alguna tecnología en particular.
La exploración del universo en busca de planetas que orbiten alguna estrella distante ha sido un trabajo a tiempo completo para muchos astrónomos durante los últimos lustros. La cantidad de ellos que se descubren cada año aumenta en forma exponencial, de la mano de los avances que se producen en el campo de los telescopios y equipos de medición, verdaderos “ojos electrónicos” capaces de detectar mínimas variaciones de brillo en estrellas muy lejanas. Dos investigadores estadounidenses, Erbsman Samuel y Gregory Laughlin, han notado que desde 1995 la frecuencia de detección de exoplanetas no solo es cada vez mayor, sino que su tamaño es cada vez más pequeño. Los primeros que descubrimos eran enormes: el primero de ellos, anunciado por Michel Mayor y Didier Queloz, de Suiza, el 6 de octubre de 1995, girando alrededor de una estrella llamada 51 Pegasi y bautizado “51 Pegasi b”, tenia una masa comparable a la de Júpiter, unas 150 veces la de la Tierra. Sin embargo, en la actualidad contamos con telescopios orbitales como el Kepler, y hemos encontrado docenas de planetas con masas que solo son unas pocas veces más grandes que nuestro planeta. Haciendo una correlación entre los datos disponibles, Samuel y Laughlin han emitido un nuevo y audaz pronostico: “En mayo del 2011 existe un 50% de probabilidades de que descubramos un planeta similar a la Tierra, con condiciones biofísicas como las que cuenta nuestro planeta y capaz de albergar vida”.
Los números muestran que, de seguir avanzando como hasta ahora y si las conclusiones de estos dos científicos son correctas, que nuestros instrumentos tienen un 66 por ciento de probabilidad de descubrir un planeta como el descripto antes del 2013, un 75% de hacerlo antes del 2020 y una del 95% de encontrarlo antes del año 2264. Por supuesto, medir la velocidad con la que nuestra tecnología avanza no es algo tan simple y predecible. Kepler se encuentra “escaneando” el cielo, y puede que hayamos empezado “mirando” en la dirección equivocada, y todos los cálculos no sean mas que tinta muerta. O por el contrario, un golpe de suerte puede hacer que mientras lees esto el planeta gemelo de la Tierra ya haya sido fotografiado. Para muchos colegas, Erbsman y Laughlin poseen una visión muy optimista acerca de este tema, y su predicción no sería demasiado segura. A diferencia de la Ley de Moore, que depende de solamente unas pocas variables (y que el zorro de Gordon conocía muy bien), en la detección de exoplanetas intervienen muchos factores, incluidos la suerte. ¿Podemos confiar en el pronóstico de estos astrónomos? ¡Claro que si.! Al fin y al cabo, cada salimos de casa equipados para la lluvia o el calor según la cháchara de los meteorólogos, quienes no se destacan presuntuosamente por sus aciertos. Como sea, no tenemos más alternativas que esperar a que el dichoso planeta aparezca, y corroborar si Erbsman y Laughlin fueron tan buenos “adivinos” como lo fue Moore. ¿No crees?