Los científicos de la NASA han descubierto un fenómeno sorprendente: las tormentas que tienen lugar en la atmósfera terrestre generan rayos de antimateria lo suficientemente intensos como para viajar miles de kilómetros por el espacio. Estos rayos, que tienen lugar hasta 500 veces cada día, han sido detectado con el telescopio espacial de rayos gama Fermi, y presentados en sociedad por Michael Briggs, miembro del equipo de Monitoreo de rayos gama Fermi, en la última reunión de la Sociedad Astronómica Americana.
La antimateria, esa rara sustancia a la que los escritores de ciencia ficción recurren cada vez que necesitan un arma capaz de acabar con un planeta o un motor que impulse una naves espacial más rápido que la velocidad de la luz, puede explicarse en pocas palabras como una imagen especular de la materia ordinaria. Un átomo de antihidrógeno, por ejemplo, tiene las mismas propiedades y componentes que uno de hidrógeno “normal”, pero posee una carga eléctrica opuesta. Hemos podido generar y capturar algunos, pero cuando entran en contacto con la materia se aniquilan instantáneamente. Este proceso se encargo de eliminar casi toda la antimateria existente instantes después del Big Bang. Pero a pesar de lo difícil que nos resulta -a pesar de disponer de enormes aceleradores de partículas- obtener antimateria, parece que tenemos una fuente prácticamente inagotable de ella a la vuelta de la esquina, en las tormentas.
Científicos de la NASA, con la inestimable ayuda del telescopio espacial de rayos gamma Fermi, detectaron en el espacio rayos de antimateria provenientes de la Tierra. Obviamente, de inmediato se preguntaron cual era la fuente de semejante tipo de radiación, y la respuesta fue sorprendente: las tormentas de la Tierra eran las responsables de lanzar al espacio haces de antimateria. Nunca se había observado un fenómeno así antes, ya que los instrumentos en órbita no eran capaces de detectarlos. Sin embargo, Fermi cambió las reglas de juego, y la NASA se encontró con estos datos sorprendentes. Los científicos creen estas partículas de antimateria se originan en destellos de rayos gamma, breve explosiones que a su vez parecen estar relacionadas con los relámpagos. En la NASA estiman que se producen unos 500 estallidos de este tipo cada día, aunque solo unos pocos han sido detectados. El hallazgo de estos chorros de antipartículas fue presentado en el marco de la reunión de la Sociedad Astronómica Americana que se celebró en Seattle, y también será publicado en la revista especializada Geophysical Research Letters.
Michael Briggs, miembro del equipo del Monitor de Estallidos de Rayos Gamma de Fermi en la Universidad de Alabama, explica que “estas señales constituyen la primera evidencia directa de que las tormentas son capaces de generar haces de partículas de antimateria”. El telescopio espacial Fermi fue especialmente diseñado para observar los rayos gamma, y dado que cuando la antimateria se encuentra con una partícula de materia normal se aniquilan emitiendo este tipo de radiación, pudo detectarlos sobre las tormentas. El detector instalado en el Fermi ha detectado rayos de hasta 511 mil electronvoltios, un nivel de energía que indica claramente que un electrón se ha encontrado con su “versión en espejo”, el positrón, y han dado las hurras. “Todas las pruebas indican que las partículas de antimateria tienen origen en los rayos gama terrestres (TGF, por Terrestrial gamma-ray flash)”, dicen en la NASA. “Los resultados obtenidos mediante los instrumentos de Fermi nos permiten comprender mejor el funcionamiento de los TGF. Tendremos que seguir investigando para saber hace tan especiales a estas tormentas y conocer el rol que juegan los rayos gama en el proceso“, afirma Steven Cummer, de la Universidad Duke.
“Hemos aprendido que pueden encontrarse misterios interesantes muy cerca de casa“, dice Ilana Harrus, integrante del programa Fermi de la NASA. La sonda Fermi fue lanzada en 2008 y desde entonces busca rayos gamma. En menos de tres años ha demostrado ser una herramienta vital para conocer el Universo y, por lo visto, también nuestro propio planeta.