Primero fue el ajedrez. Luego fue Jeopardy!. Ahora, IBM se mete en la cocina, y honestamente no sabemos qué va a salir de allí. Mientras que esos juegos tienen una estructura que un superordenador puede analizar, todo se vuelve mucho más complicado cuando se le quiere explicar que a la ensalada le falta “un poco” de sal, o que la salsa de tomate tiene gusto ácido. En otras palabras, el próximo objetivo de IBM es que sus superordenadores sean creativos en la cocina, de la misma forma (o por qué no, aún mejor) que un chef puede cambiar un ingrediente en el último momento, creando algo completamente nuevo.
En el primer capítulo de la quinta temporada de Doctor Who, el Doctor decide comer una combinación de pescado rebozado con natillas (sé que algunos prefieren el término flan). Si bien entiendo que no todas las natillas son dulces, la idea de comerlas con pescado me pareció un poco… extraña. Sin embargo, eso no evitó que una legión de fans hiciera exactamente lo mismo que el Doctor, publicando sus experiencias en YouTube y otros portales. En algunas regiones, la experimentación en la cocina fue un producto directamente asociado con la necesidad. Ahora, no se debe hacer más que consultar la Web o buscar un libro de recetas “moderno” para encontrar las más curiosas combinaciones. Prueba y error, un poco de audacia, el deseo de saborear algo nuevo, y que obviamente sea “rico”. ¿Cómo se le explica eso a un superordenador?
IBM lo llama “razonamiento inductivo”, algo que ya ha explorado gracias a sus logros con Watson. El doctor Lav Varshney, líder del proyecto, da como ejemplo al ajedrez, que es un problema deductivo: Todas las piezas son conocidas, al igual que las reglas asociadas, por lo tanto, el jugador deduce qué es lo que debe hacer. Por otro lado, lo que cualquiera de nosotros puede considerar como un “buen” almuerzo tiene en realidad fundamentos químicos, neurales y psicológicos. Comprender los elementos básicos en una receta, establecer los componentes que definen el sabor a nivel molecular (con la intervención de datos psicofísicos, percepción de placer y otros elementos), y combinar ambas cosas teniendo en cuenta factores externos como reglas culturales, es el camino que IBM cree adecuado para crear recetas y preparaciones que no se han visto nunca antes.
Otro aspecto que buscará explorar este sistema de IBM es el de la “comida saludable”. Varshney reconoce los efectos nocivos de la obesidad y la desnutrición, al igual que los problemas causados por decisiones nutricionales arbitrarias. En este último punto cita a los almuerzos en las escuelas, que más allá de ser “buenos para la salud”, terminan en la basura porque los estudiantes se niegan a comerlos. La otra cara de esto es el acceso a ingredientes limitados en ciertas regiones, como el África subsahariana. En ambos casos, un superordenador debería ser capaz de optimizar el sabor y crear nuevas variantes obedeciendo límites nutricionales y de acceso a ingredientes. Ahora, el proceso de cocinar, sigue estando en manos humanas. La idea no es que la IA reemplace a quien está en la cocina, sino en colaborar.