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Las predicciones del año 2019 de Isaac Asimov

35 años atrás, el gran autor dio su visión del futuro

2019 ya está entre nosotros, y no son pocos los que tratarán de anticipar sus cambios y movimientos. De hecho, el año 2019 ha sido blanco de múltiples cálculos y predicciones, y entre las más notables aparecen las que hizo Isaac Asimov. En el último día del año 1983, el creador de la saga Fundación compartió sus ideas futuristas en un periódico canadiense, y ahora que nos encontramos en ese futuro, la pregunta es, ¿cómo le fue?

Un vídeo que suele aparecer mucho en mi feed enseña a Isaac Asimov hablando sobre el potencial de la tecnología aplicada al autoaprendizaje. Casi de manera automática, ese vídeo es asociado a la versión moderna de Internet, y si consideramos el impresionante volumen de recursos disponibles (desde plataformas para aprender a programar hasta la propia Wikipedia), digamos que el autor acertó de lleno. Pero esa no es la única predicción de Isaac Asimov. Si bien era un apasionado de la educación, no dudaba en expresarse sobre política, economía y conflictos sociales.



Su «lista» más importante de predicciones se remonta a 1983, el 31 de diciembre para ser precisos. El periódico Toronto Star invitó a Asimov a responder una pregunta: ¿Cómo será el mundo en 2019? Ese salto de tres décadas y media no es casualidad, ya que en 1984 se cumplieron 35 años del escalofriante futuro que imaginó George Orwell en su novela «1984». Asimov comenzó remarcando algo obvio para aquella época: Si los Estados Unidos y la Unión Soviética llegaban al extremo de un intercambio nuclear antes de 2019, sería inútil visualizar un futuro para los pocos humanos sobrevivientes. Por lo tanto, favoreciendo a este ejercicio, decidió asumir que no habría una guerra nuclear entre ambos países.


Una muestra del artículo original. El texto ha sido preservado, pero no hay imágenes en alta definición (salvo que el Toronto Star la habilite en el futuro)

En primer orden, destacó el espectacular avance de la computarización, el cual continuaría de modo «inevitable». También mencionó al llamado objeto computarizado móvil, un producto secundario al que sólo le tomaría «una generación» penetrar en los hogares. Entre estas líneas, Asimov habla de una resistencia a la marcha de los ordenadores, pero declara improbable una revolución ludita. Al mismo tiempo, «la complejidad creciente de la sociedad» haría imposible continuar sin la computarización, a menos que el deseo sea «cortejar al caos». El sufrimiento de aquellos que se retrasen en esta materia sería tan obvio que las autoridades buscarían a la computarización con la misma intensidad que el armamento.


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Aquí es cuando sus predicciones se vuelven un poco más oscuras, si se quiere llamarlas así. Asimov menciona que el efecto inmediato de la computarización es el cambio radical de los hábitos laborales. El desplazamiento «de la granja a la fábrica» fue «rápido y doloroso», y aunque no tenía razones mayores para creer que la nueva transición sería destructiva (aniquilando más trabajos de los que crea), reconoció una mayor velocidad, y por lo tanto, un dolor más grande. La combinación de ordenadores y robots haría desaparecer todos esos trabajos «simples, repetitivos y sin iniciativa», disparando cambios en el sistema de educación. Del mismo modo en el que la aparición de la fábrica demandó lectura y escritura a sus trabajadores, millones de personas «sin entrenar» estarían obligadas a enfrentar un complejo proceso de re-educación. Asimov imaginó que para el año 2019, dicha transición se completaría. De lo contrario, aquellos sin re-entrenar serían asignados a otros roles de utilidad, y en el caso de «gobiernos menos sabios», soportados «a regañadientes» con alguna clase de asistencia social.


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Asimov también visitó en el texto original problemas como la sobrepoblación (combatida con planes para reducir la tasa de natalidad), la falta de responsabilidad humana en materia de contaminación y desperdicio (la tecnología de 2019 debería habilitar los medios para revertir el daño), y el aumento del militarismo, con la esperanza de que en el futuro todas las naciones se llevarían lo suficientemente bien como para vivir bajo algo similar a un gobierno mundial. Me temo que el escritor se equivocó bastante allí.

Otro lugar en el que las predicciones de Asimov fallaron es el espacio exterior. Si bien declara que «entraremos al espacio para quedarnos», y que la Estación Espacial Internacional lleva casi dos décadas ocupada, el autor dijo que la humanidad regresaría a la Luna, creando allí una presencia internacional permanente con operaciones mineras que obtendrían el material necesario para dar forma a nuevas instalaciones en la órbita terrestre. Esas nuevas estructuras serían «garantes de la paz mundial», y de una cooperación sostenida entre las naciones. El punto máximo de esa evolución se manifestaría a través del traslado de industrias enteras a la órbita terrestre, acompañadas de los primeros complejos habitacionales.


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Algunos críticos modernos básicamente dicen que las predicciones de Isaac Asimov aciertan en lo fácil y fallan en lo difícil, pero estaríamos en un error si le negamos el crédito que merece. Después de todo, predecir el futuro tecnológico de la humanidad es una tarea casi imposible. Pensemos en los últimos… ¿15 años? Facebook, Whatsapp, Instagram, Twitter… son empresas muy jóvenes que intervienen en nuestras vidas a un nivel muy profundo. Ahora, traten de imaginar lo que está por venir, y comprenderán el desafío.



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Escrito por Lisandro Pardo

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