Si el simple hecho de tener un descanso de mala calidad resulta devastador para nuestra productividad al día siguiente, las consecuencias pueden ser aún peores cuando evitamos la cama por completo. ¿Qué le sucede a nuestro cuerpo una vez que pasamos 24 horas sin dormir? En un caso ideal nadie debería llegar a esos extremos, pero semejante pérdida de sueño nos lleva a fallar en prácticamente cada aspecto, y la peor parte es que no nos damos cuenta de ello.
Como alguien que ha dormido un gran total de tres horas y media antes de comenzar este texto, puedo decir con seguridad que la falta de sueño es uno de los problemas más desafiantes para cualquier persona. Lamentablemente, la solución no se reduce a apoyar la cabeza en la almohada, pero más allá del insomnio, también debemos considerar necesidades y responsabilidades que demandan posponer el tan preciado descanso.
De más está decirlo, cada uno sufre el cansancio de modo diferente, sin embargo, hoy tenemos una idea bastante sólida de lo que sucede en el cuerpo cuando extendemos nuestras sesiones más allá de las 16 horas recomendadas.
Que sucede cuando pasamos la noche en vela
Una de las primeras cosas que perdemos por el camino es la capacidad de pensar con claridad, especialmente al superar la marca de las 17 horas. En ese punto, el cuerpo desarrolla restricciones cognitivas equivalentes a tener un 0.08 por ciento de alcohol en sangre, una tasa que (por ejemplo) supera al límite permitido en España.
Nuestra química interna trata de compensar aumentando la producción de cortisol, que si bien posee funciones muy importantes, se traduce en una mayor irritabilidad, tensión y confusión. La coordinación manos-ojos se cae a pedazos, y surge un importante deterioro en la toma de decisiones.
Una vez que se alcanzan las 24 horas sin sueño, el antes mencionado equivalente de 0.08 por ciento se vuelve un 0.1 por ciento. El sistema inmunológico trabaja con mayor dificultad, y los dolores en el cuerpo se hacen más agudos.
Aún así, lo más riesgoso es que no terminamos de reconocer nuestras limitaciones. El cerebro sale al cruce con la ayuda de nada menos que la dopamina, provocando una sensación temporal de euforia y renovación, pero al mismo tiempo trata de ahorrar energía, disparando una serie de «microsueños» que duran hasta 30 segundos en el peor de los casos, y que aumentan su frecuencia más allá de las 24 horas.
Esto no es una exageración: Si la idea es pasar la noche entera estudiando con café intravenoso puedo entenderlo… pero la falta de sueño mata. Solamente en los Estados Unidos entre 2009 y 2013 se registraron como mínimo 72 mil accidentes asociados con conductores dormidos frente al volante, causando más de 800 muertes. No te conviertas en parte de una estadística.