El LHC no deja de sorprendernos. Desde que comenzó a ser construido ha generado cientos de noticias, generalmente relacionadas con su costo, tamaño o capacidad para hacernos desaparecer en una milmillonésima de segundo. Como sea, lo ha vuelto a hacer: parece que esta enorme máquina, una vez que pueda ser puesta en marcha, podría confirmar una teoría enunciada en 1924 por David Hilbert. Si lo hace, es posible que podamos desarrollar un motor cuántico capaz de impulsar una nave a velocidades relativistas hasta la estrella que queramos. ¿No es asombroso?
A pesar de que ni siquiera ha funcionado, el LHC se ha convertido en una máquina de generar noticias. Primero fue la máquina mas grande jamas construida, luego un artefacto endemoniado que podía convertir la Tierra en un agujero negro, y ahora parece que puede aportar las pruebas necesarias para confirmar (o refutar) una vieja teoría enunciada nada más ni nada menos por el genial matemático alemán David Hilbert. En 1924 Hilbert publicó un documento llamado “The Foundations of Physics” en el que -entre otras cosas- explicaba cómo las matemáticas preveían un sorprendente efecto colateral derivado de la Teoría de la Relatividad de Einstein. Las fórmulas matemáticas de Hilbert dicen que una partícula relativista, que se mueva a una velocidad superior a la mitad de la de la luz -esto es, que viaje a más de 150 mil kilómetros por segundo-, debería ser repelida por una masa que se encuentre en reposo. O lo que es más o menos lo mismo (con la física cuántica todo es bastante complicado de visualizar) parecería ser repelida desde el punto de vista de un observador inercial que mira desde lejos.
Esto, que a los comunes de los mortales no nos dice absolutamente nada, ha sido tomado muy en serio por los físicos. Ocurre que gran parte de las partículas o efectos producidos por la interacción entre ellas ha sido predicho varios años -a menudo décadas- antes que hayan podido ser corroboradas o “redescubiertas” en la práctica. Hay toda una discusión filosófica al respecto de por qué las matemáticas modelan tan bien nuestro universo, pero lo cierto es que si una ecuación -correctamente desarrollada, por supuesto- predice la existencia de alguna partícula o efecto extraño, tarde o temprano la ciencia puede probar que estaba en lo cierto. Esto explica, por ejemplo, porque se gastan 6 mil millones de dólares en construir algo como el LHC, una máquina cuya función es -entre otras- confirmar la existencia del bosón de Higgs, una partícula subatómica predicha hace años y que sería la responsable de la gravedad.
El caso es que el genio de Hilbert encontró hace casi 100 años algo que aún no ha podido ser confirmado, pero que tiene un enorme potencial para la carrera espacial. Las ecuaciones de este matemático han sido revisadas por el físico estadounidense Franklin Felber, quien ha encontrado que este efecto de “rechazo” entre la partícula relativista y la masa estacionaria también podría funcionar al revés. Esto significa que la partícula también puede repeler la masa, y hacerlo con una fuerza nada despreciable. Si esto llega a verificarse, este principio podría aplicarse a la construcción de motores capaces de impulsar a una nave espacial a velocidades jamás vistas en artefactos construidos por el hombre. La forma de verificarlo, como habrás adivinado, es efectuar algunas pruebas mediante el Large Hadron Collider, una vez que haya sido remendado y puesto en marcha nuevamente.
Franklin Felber ha analizado detenidamente el problema y cree que realmente es posible construir un motor basado en el principio de Hilbert. Como sea, antes de empezar a poner tornillos hace falta acelerar partículas a la velocidad necesaria, y enviarlas contra una masa estacionaria. Si el LHC es capaz de verificar las predicciones de Hilbert, la exploración del Sistema Solar profundo, la nube de Oort o estrellas cercanas podría comenzar mucho antes de lo previsto.