Un cachorro de labrador de 10 meses, que fue clonado por una empresa californiana llamada BioArts Internacional, se ha convertido en el “primer perro clonado comercialmente en el mundo“. El animal fue entregado a sus dueños Edgar y Nina Otto, estadounidenses y residentes en Boca Raton, quienes pagaron 155.000 dólares por esta copia de su viejo perro.
Finalmente el sueño de muchos dueños de perros se ha hecho realidad: si disponen del dinero necesario pueden encargar una copia viva de sus mascotas. Efectivamente, y tal como puede leerse en el parte de prensa de BioArts Internacional, la empresa encargada del servicio de clonación, por unos 120 mil euros ya puedes encargar un clon de tu mascota. Ni siquiera hace falta que esperes a que el original muera, ya que solo hace falta un poco de su material genético para llevar a cabo el “milagro”.
Edgar y Nina Otto son una pareja de Florida que no se resignó a vivir sin su querido perro labrador llamado Lancelot. Los Otto fueron una de las cinco familias que, en Julio de 2008, participaron en un concurso para convertirse en los primeros poseedores de un perro clonado. Lancelot ya estaba muerto en ese momento, pero afortunadamente la pareja había congelado material genético del can (cosa rara, si nos preguntan). En Octubre este material fue implantado a una hembra en Corea del Sur y, el 18 de Noviembre, nació el cachorro. Como resultado de la transacción comercial, los Otto fueron 155 mil dólares más pobres pero recibieron como compensación una pequeña bola de pelos llamada Lancey, que es genéticamente 100% idéntico a Lancelot.
“Estamos tan felices de tener al pequeño Lancey por fin en nuestra familia“, dijo Nina. “Es que su antecesor significaba mucho para nosotros, y estamos fuera de sí de alegría“, agregó. El cachorro ya se encuentra en su casa, donde comparte el jardín con otros nueve perros, diez gatos y seis ovejas (que serán la ruina de la familia, si deciden clonar uno cada vez que se mueren). El responsable del servicio de clonación, Lou Hawthorne, describió al cachorro como un “pequeñito muy vivaz, que mordisquea todo y ya roba cosas“. Si todo ha salido bien, el cachorro tendrá una vida normal de unos 12 o 13 años. Además es “totalmente fértil“, por lo que podrá tener descendencia.
En realidad, la idea de hacer algo de dinero mediante la clonación de mascotas le vino a Hawthorne hace más de 10 años, en 1997. Las noticias de la oveja Dolly -primera copia genética de un mamífero- ocupaban la primera plana de todos los diarios y Hawthorne, con una gran visión comercial, le compró al equipo de Dolly la licencia mundial para clonar perros y gatos.
En 2004, Hawthorne había puesto en marcha Genetic Savings and Clone, una empresa de biotecnología que fue noticia por clonar gatos a pedido y venderlos por 50.000 dólares. Sin embargo, poco tiempo después quebró porque el procedimiento no era rentable económicamente. En agosto de 2005, el veterinario Hwang Woo Suk, de Corea del Sur, presentó por primera vez un clon de un perro vivo, un afgano llamado Snuppy. A pesar de que Hwang estuvo envuelto en un fraude relacionado con el estudio de células embrionarias humanas, cuyos resultados estaban falsificados, Snuppy era realmente un clon auténtico. Ni lento ni perezoso, Hawthorne y su BioArts Internacional se contactaron con Woo Suk. Ahora, la empresa californiana espera realizar en un laboratorio surcoreano el resto de sus proyectos de clonación.
Dejando por un momento de lado a los Otto, sus dólares y al labrador, cabe preguntarse qué tan cerca (o lejos) estamos de hacer algo parecido con humanos. Muchos opinan que no hay diferencias sustanciales (salvo éticas, por supuesto) entre clonar un perro y hacerlo con un humano. Si estamos en lo cierto, dentro de no mucho tiempo podremos encargar nuestro propio clon de Lucia Lapiedra o Dunia Montenegro para “disfrutar en casa”. ¡Malditos pervertidos!