En esta época que nos toca vivir, donde el mundo se ha transformado en una gran aldea global, es muy probable que hayas oído hablar del mate o de la yerba mate. Esta infusión tradicional de los países de Sudamérica está ahora bajo la mira de los científicos, quienes aseguran que posee propiedades beneficiosas.
El mate es una infusión que se consume masivamente en Argentina, Paraguay y Uruguay, y en menores cantidades en otros países de Latinoamérica. Se prepara a partir de las hojas secas, tostadas y molidas de un arbusto llamado “yerba mate” (Ilex paraguariensis), que crece principalmente en la provincia Argentina de Misiones. Las diferencias que puedan existir en estos procesos son que dan lugar a la aparición de las sustancias aromáticas que caracterizan a estas hojas.
El mate se prepara en un recipiente hecho ahuecando una calabaza, y se toma con una bombilla. Para preparar la infusión el mate se llena con yerba hasta casi el tope del recipiente y luego se agrega un poco de agua fría y se deja reposar unos segundos para que se asiente la yerba. Luego se escurre el agua fría del mate, y se agrega lentamente agua caliente. Al aspirar por la bombilla se puede tomar el “mate”, un líquido verdoso y amargo, al que alguno suavizan agregando azúcar o hierbas aromáticas. De esta manera, volviendo a echar agua, la operación se repite muchas veces, hasta que la yerba que ha perdido sus matices y sabor.
Esta bebida, cuyo consumo se remonta a una época muy anterior a la conquista de América (ya los indios guaraníes la consumían) posee propiedades estimulantes, similares a las presentes en el té o el café, bebidas a las que reemplaza.
Desde hace algún tiempo, científicos de la Universidad de Illinois (EE.UU.), se están dedicando a investigar las propiedades beneficiosas de la yerba mate. Han descubierto que esta infusión posee altos contenidos de antioxidantes y flavonoides, además de servir como protector contra enfermedades crónicas. Los antioxidantes podrían servir como un “tónico contra el envejecimiento”, algo que los consumidores locales aseguran desde hace décadas.
Los científicos norteamericanos se han concentrado principalmente en el análisis de la química de la yerba mate, estudiando a fondo las moléculas de polifenoles (antioxidantes). La tecnología empleada ha permitido la elaboración de un “descriptor de sabores”: para clasificar aromas y sabores se analizan los resultados obtenidos mediante cromatografía mediante una “nariz electrónica”, capaz de identificar los compuestos químicos implicados.
Se ha firmado un convenio entre la Universidad Nacional de Misiones y la Universidad de Illinois para potenciar las propiedades del producto. Quién sabe, quizás la “píldora de la eterna juventud” tenga como origen una infusión que tomaban los aborígenes americanos siglos atrás, antes de ser diezmados.