Por más que nos encante la idea del DIY, no podemos negar que algunas veces entra en conflicto con ciertas ramas, y una de ellas es la medicina. ¿Acaso es una buena idea crear nuestros propios medicamentos o desarrollar vacunas caseras? Un grupo de «científicos ciudadanos» asociados con la Universidad de Harvard cree que sí, y acaba de publicar bajo licencia Creative Commons una «vacuna preventiva» para reducir el riesgo del SARS-CoV-2 y su enfermedad COVID-19…
Todo lo que se necesita es un par de minutos con un médico para comprobar que los profesionales de la salud no ven con buenos ojos a la automedicación. Sin embargo, ni siquiera los regaños más intensos han logrado impedir que el público en general obtenga y utilice medicamentos que técnicamente son comercializados bajo receta. Uno de los ejemplos más comunes es la amoxicilina, casi siempre acompañando a analgésicos de venta libre. No debería estar en nuestros botiquines… pero.
Básicamente, lo que descubrimos es una resistencia lógica a que la gente «haga medicina por su cuenta», y eso no se limita al consumo de medicamentos. También encontramos múltiples conflictos entre la comunidad open source y los fabricantes de respiradores. De un lado, reclaman diagramas y especificaciones para realizar reparaciones de bajo costo y otras tareas de mantenimiento, y del otro se niegan fervientemente a brindar dicha información citando razones legales. Si un paciente pierde la vida estando conectado a un respirador modificado, la demanda posterior podría destruir a una compañía.
Y así llegamos a las vacunas. COVID-19 nos está dando una paliza. Docenas de proyectos alrededor del mundo buscan desarrollar una vacuna efectiva, o como alternativa, un tratamiento que ayude a moderar su impacto. Entre el costo por dosis y las dudas sobre su disponibilidad, el proceso será largo, tal vez demasiado. Eso ha puesto en acción a diferentes grupos que intentan crear soluciones alternativas, y uno de ellos es RaDVaC, formado por «ciudadanos científicos» con vínculos a la Universidad de Harvard. ¿Cuál es su propuesta? Una vacuna DIY.
Se trata de una vacuna que puede ser preparada y administrada por el mismo usuario, y sólo requiere de cinco componentes: Péptidos epítopos, quitosano, trifosfato de sodio, cloruro de sodio, y agua. Estos científicos fueron los primeros voluntarios para evaluar la vacuna, aunque en el documento oficial destacan varias condiciones. La más importante: Se trata de una vacuna preventiva, no terapéutica. Eso significa que no será útil para alguien ya infectado, y que debería utilizarse «semanas antes» de la exposición al virus.
La vacuna tampoco equivale a un ensayo clínico, y como era de esperarse, no tiene la aprobación de ninguna agencia gubernamental. Finalmente, el documento no hace ninguna promesa sobre el rendimiento de la vacuna, ni garantiza su efectividad, al mismo tiempo que «no constituye ni reemplaza a la opinión de un médico». El texto incluye una lista de posibles riesgos, pero sus creadores dicen que después de varios meses de pruebas, lo peor que han encontrado es un poco de congestión nasal (no es inyectable, sino que se administrar como spray en la nariz).
El documento se extiende por 48 páginas. Si deseas descargarlo, el enlace está más abajo.
Accede al documento (PDF, inglés): Haz clic aquí
Claro que ésto es una muy mala idea XD. Pero igual no está de más aclarar que la “automedicación responsable” sí existe y está bien vista. Y es cierto que el paciente puede y debe comprometerse activamente con su salud. Se le llama “promoción de la salud”. Y es ampliamente defendida por al OMS. Pero apunta más a aplicar hábitos de vida saludables, no tanto a que inventen sus propias medicinas jaja 🙂