Para muchos, la figura de Nikola Tesla ha sido injustamente maltratada y no ha recibido el reconocimiento que realmente merece. Este hombre, que en 1912 rechazó la nominación al Premio Nobel, hizo experimentos revolucionarios en el campo de la electricidad y la energía. Ahora, su antiguo laboratorio y la Torre Wardenclyffe (creada para generar energía inalámbrica), emplazados en Long Island (Nueva York), podrían ser demolidos.
Nikola Tesla nació en la ciudad de Smiljan (hoy parte de Croacia) el 10 de julio de 1856. Cursó estudios de Ingeniería en la Escuela Politécnica de Graz (Austria), que más tarde le permitirían trabajar junto a Thomas Alva Edison diseñando motores y generadores eléctricos. Mucho se ha escrito –a veces incluso exagerando sus logros y hasta ligándolo a eventos como el ocurrido en Tunguska – sobre el trabajo de este hombre. Lo cierto es que, en 1893, Tesla diseñó un sistema de comunicaciones sin cables, para el que construyó una antena de más de 30 metros de altura, que luego sería conocida como la Wardenclyffe Tower. Su objetivo, en realidad, no era enviar datos en forma inalámbrica, sino la transmisión de energía eléctrica gratuita, sin la necesidad cables conductores.
Su casa natal en Smiljan (parte del antiguo Imperio Austrohúngaro que actualmente pertenece a Croacia) fue destruida por la tropas croatas durante la guerra civil en la ex Yugoslavia, perdiéndose un valioso patrimonio cultural. Y parece que su antiguo Laboratorio Wardenclyffe, el mismo sobre el cual montó su famosa antena y que es propiedad de la empresa AGFA, también corre peligro de ser demolido. Las finanzas de la empresa no van demasiado bien y es por eso que han decidido deshacerse de la propiedad.
Lo más preocupante es que, tal como revela el periódico New York Times, han prometido al hipotético comprador que, a cambio de 1,6 millones de dólares entregarán las tierras “limpias y niveladas”. Esto quiere decir, lisa y llanamente, que derrumbarán las ya bastante ruinosas instalaciones de ladrillo diseñadas por un arquitecto amigo de Tesla hace más de cien años. La foto que ves más abajo muestra a Tesla sentado dentro de su laboratorio mientras rayos de electricidad pasan a su alrededor (no temáis: solo es un truco fotográfico)
Es poco lo que queda en pie del Laboratorio. Solo los cimientos de la famosa torre y parte de sus talleres. Pero se trata de un patrimonio que –culturalmente hablando- seguramente vale mucho más de lo que AGFA pretende obtener por su venta. Esperemos que la subasta quede sin efecto y que el lugar de trabajo de este genio excéntrico siga en pie y se convierta en un museo, como intentan algunos manifestantes.