De acuerdo con los planes originales de la agencia espacial japonesa JAXA, la sonda lunar nipona Kaguya se estrelló ayer a las 18:25 GTM contra la superficie de la Luna. El impacto tuvo lugar cerca del polo sur del satélite natural de la Tierra, y se espera que su sacrificio sirva para ayudar a determinar cómo la radiación y el impacto de micrometeoritos a lo largo del tiempo afecta al terreno lunar. El fulgor y las nubes de polvo provocados por el impacto fueron observados desde la Tierra.
Tal como se había previsto, la sonda lunar Kaguya acabo su misión estrellándose contra la Luna. En efecto, luego de casi dos años de trabajo, a las 18:25 GMT (20.25 hora peninsular) del miércoles 10 de junio, el orbitador lunar japonés puso punto final a su misión colisionando contra la cara visible de la Luna. Los astrónomos y aficionados de una buena parte del planeta (sobre todo los ubicados en Asia, Australia y Nueva Zelandia) fueron testigos del fulgor y las nubes de polvo generadas por el impacto. Antes de acabar contra la superficie de la Luna, Kaguya aportó gran cantidad de datos nuevos sobre los procesos geológicos involucrados en la formación y la evolución de la Luna. Conocida anteriormente como SELENE, el orbitador lunar realizó estudios de la composición, el campo gravitatorio y las características superficiales de nuestro satélite natural.
El satélite orbital Kaguya media 4,8 metros de alto y 2,1 metros de ancho. Su peso total era de unas tres toneladas, mientras que sus dos pequeños compañeros pesaban 50 kilogramos cada uno. Uno de ellos alunizó en febrero, mientras que el otro sigue en órbita midiendo la gravedad alrededor de la Luna. El propósito de este ingenio espacial, al que JAXA ha calificado como “la misión de exploración lunar más ambiciosa en la era post-Apolo”, fue el estudio global de la Luna, poniendo énfasis en los temas relacionados con su origen y evolución, la distribución de elementos químicos y minerales existentes en su superficie y subsuelo, la intensidad y variaciones en su campo gravitatorio, el campo magnético residual que posee y el comportamiento de las partículas energéticas y plasma que alcanza a la Luna. Todos estos datos ayudarán, una vez procesados y analizados, a encontrar futuros usos a la Luna, incluso como lugar de asentamiento para laboratorios científicos con dotación humana semi permanente. El desarrollo de la sonda costó unos 560 millones de dólares.
Kaguya llevaba a bordo 14 instrumentos científicos que recogieron datos y proporcionaron fotografías y vídeos en alta resolución de la superficie lunar. Incluso después de su aparatoso final sobre la cara visible de la Luna en la zona oscurecida (cerca del limbo), a unos 80 grados de longitud Este y 64 grados de latitud Sur, en una región llena de antiguos cráteres de impacto, seguirá ayudando a los científicos. En efecto, al impactar sobre la superficie a unos 6.000 kilómetros por hora, la masa de Kaguya despejó una zona de terreno que será observada permanentemente en busca de marcas producidas por el futuro impacto de micrometeoritos.
La sonda Kaguya no es el primer ingenio humano que termina su vida útil esparciendo sus restos sobre la superficie lunar. Recordemos -por ejemplo- que la sonda espacial Smart-1, de la Agencia Europea del Espacio (ESA), terminó en septiembre de 2006 su misión en la Luna también con un choque controlado en esa zona de nuestro satélite natural. La sonda China Chang’e también terminó su viaje con un violento impacto contra la Luna. En el caso de Kaguya, el impacto se produjo con un ángulo muy oblicuo, casi paralelo al terreno, al sur del cráter Janssen. “La misión fue un éxito, y gracias a Kaguya, tendremos un mapa muy detallado de la superficie lunar”, dijo el vocero de JAXA Shinichi Sobue. “La agencia espacial japonesa analizará los datos enviados por Kaguya y planea publicar los resultados en Internet en noviembre”, concluyó.
Ahora, el foco de la atención de los científicos se centra en las próximas misiones lunares, principalmente en el Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) y el Lunar Crater Observation and Sensing Satellite (LCROSS), ambos de la NASA, cuyo lanzamiento está previsto para la semana próxima.