En momentos en que la Web 2.0 está despegando, están quienes la disfrutan. Pero también están los que ya comiezan a imaginar como será la próxima revolución, la de la Web 3.0
Luego de muchos años en los que la web no varió en casi nada su funcionamiento general y sus características, la Web 2.0 hizo su aparición de la mano de Ajax (Asynchronous Javascript and XML).
Lo importante de esta aparición es que no se trató de algo nuevo, sino de una combinación de tres tecnologías que ya se encontraban disponibles. Estas son XHTML y CSS, el modelo DOM y XML. El revuelo con Ajax comenzó hace poco más de dos años, pero los primeros intentos de lograr algo como lo que esta tecnología ha conseguido fueron realizados por Microsoft, con su Scripting Remoto.
Lo que se intentaba lograr era la posibilidad de cargar páginas con código Javascript sin la necesidad de recarga en caso de modificar algún dato. Con esto se intentaba también lograr la mejor funcionalidad posible en sitios web, tratando de que la diferencia entre las aplicaciones de escritorio y las aplicaciones web sea lo más imperceptible posible. Y se logró.
Por eso hoy todos hablamos de la Web 2.0, que está comenzando y promete cambiar la forma en la que navegamos la web. Pero el verdadero cambio de la Web 2.0 no está en la web en si misma, sino en las grandes posibilidades que tendremos para ejecutar aplicaciones que trabajen del mismo modo en un sitio que en el escritorio de tu ordenador.
Pero…¿Cómo será la Web 3.0? Muchos ya la están imaginando: en un mundo como el de la tecnología donde no se puede desperdiciar tiempo ya se trabaja pensando en la “tercera ola” de la web. Y lo que algunos creen es que la Web 3. estará encabezada por los móviles.
Lo que suponen quienes piensan esto es que serán nuestros telefonitos el eje central de nuestra vida. William Smith, del sitio Sugarattack.com, plantea un interesante escenario para el mundo de los móviles. Para Smith, estos serán nuestra guía en la vida digital que se viene.
Por ejemplo, si quieres comprar una prenda en una tienda puedes ingresar el objeto en cuestión, el nombre de la tienda, y el móvil con GPS, que estará online gracias a las redes Wi-Fi y WiMax que abarcarán todo el espacio de las grandes urbes, te indicará el camino hacia la tienda.
Y una vez dentro de ella, el móvil (que ahora hará uso de la red Wi-Fi del comercio) también te indicará donde se encuentra el estante que alberga las prendas que buscabas. Un móvil inteligente y en el escenario que plantea Smith sabrá obtener resultados en las búsquedas web de acuerdo al sitio en el que se encuentre. O la ciudad, o el país.
Y todo sin que tu debas decírselo ni programar nada de antemano. Y hay más: Smith agrega que las redes sociales serán las grandes beneficiadas por la Web 3.0, ya que con móviles tan inteligentes siempre sabrás donde están tus contactos, y cuando alguno se encuentre en las cercanías lo sabrás, con lo cual tendrás la posibilidad de contactarte para almorzar con esa persona, o tomar un café.
Hasta aquí la parte positiva de la próxima revolución de la web. En lo personal creo que un aspecto sobre el que habrá que tener mucho cuidado es el de la privacidad, sobre todo en un entorno de dispositivos tan inteligentes como los que aparentemente nos depara el futuro.
En ese futuro el spam podría volverse algo absolutamente torturador, capaz de hacer que el que llega a diario a nuestras casillas de correo se vea como algo totalmente inofensivo, y hasta seamos capaces de extrañarlo.
El spam de la Web 3.0 podría llegar a ser mucho más terrorífico e invasor: una tarde vas en tu coche por la autopista y cuando pasas cerca de aquel restaurante que visitaste semanas atrás su sistema inteligente te detecta, enviándote promociones o simplemente enviandote publicidad, o cuando pasas cerca del vídeoclub recibes en tu móvil los estrenos de la semana.
Y eso solo si pensamos en el spam del futuro. Ahora bien, ¿ya pensaste que fácil sería seguirle el rastro a alguien con toda esa tecnología disponible? Como siempre sucede en estos casos, los adelantos tienen fanáticos y detractores, pero ambos olvidan siempre que no es la tecnología la “malvada”, sino que es el hombre quien puede hacer un buen o mal uso de ella.