Neil Harbisson es un ser humano. Se ve como un ser humano, se viste como un ser humano, y hace cosas como cualquier ser humano. Sin embargo, su acromatopsia y la presencia de un “eyeborg” en su cabeza que lo ayuda a reconocer colores, lo convierten en algo más: El primer cíborg reconocido por un gobierno a través de una identificación oficial.
La noticia comenzó a circular en julio del año pasado, a una velocidad que sólo la Web puede alcanzar: Steve Mann, considerado como el padre de la tecnología “wearable”, fue atacado físicamente en un establecimiento de la cadena McDonald’s ubicado en París, mientras cenaba con su familia. La razón no fue otra más que el dispositivo utilizado por Mann, el cual no puede ser retirado de su rostro sin un delicado proceso. McDonald’s nunca reconoció el hecho, pero este incidente no hizo más que establecer una gran preocupación: La ausencia de derechos para aquellos que requieren asistencia tecnológica. Esto nos lleva a Neil Harbisson, un artista inglés que sufre de acromatopsia (visión en blanco y negro). Harbisson utiliza al eyeborg, un accesorio conectado a la parte trasera de su cráneo, que lo ayuda a reconocer colores usando sonido.
Ahora, ¿cómo convencer al resto del mundo de que estos dispositivos están allí para mejorar la calidad de vida de sus usuarios? Un gran paso es reconocer legalmente la necesidad de dichos dispositivos, o en otras palabras, establecer un marco legal para la figura de “cíborg”. Eso es algo similar a lo que logró Harbisson en su pasaporte británico: La fotografía lo presenta con el eyeborg instalado, algo que estaba prohibido hasta ese momento (2004). Este cambio debería ayudarlo a superar algunas barreras, y explicar de modo más contundente que el eyeborg es parte de su persona. Además, el eyeborg ni siquiera funciona como una cámara tradicional, lo cual expone un desconocimiento técnico innegable en todo aquel que intente quitárselo. Una pregunta válida es si, en caso de que alguien intente retirar el eyeborg de la cabeza de Harbisson por la fuerza, estaría cometiendo un asalto. Una imagen en el pasaporte no es ninguna garantía, pero tal vez logre abrir la puerta para discutir otros aspectos. Lo mejor será que comencemos: Google Glass está a la vuelta de la esquina, e imagino que no van a faltar aquellos que buscarán llevar la “prohibición” de Glass más allá de lo verbal.
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