Una empresa rusa ha iniciado la construcción de una central nuclear en una plataforma flotante que piensan situar en el mar. En pleno debate sobre la conveniencia de este tipo de energía, la empresa no ha dudado en impulsar su proyecto para que se haga realidad en un par de años. Tienen previsto suministrar electricidad a una ciudad rusa pero la central se puede desplazar por el agua y colocarse donde quieran (o le dejen).
Su nombre es KLT-40C. Su construcción comenzó en Febrero de este año. En 2012 el proyecto de la compañía rusa United Industrial Corporation se habrá completado y podremos ver flotar en el mar toda una central nuclear con aspecto de plataforma terrorífica…digoooo…petrolífera. No se pueden negar las ventajas de la energía nuclear pero tampoco sus inconvenientes. A pesar de que nos asuste el tema de los residuos, si se cumplen los pronósticos del Organismo Internacional de Energía Atómica no quedará más remedio que plegarse a las exigencias energéticas de la sociedad y utilizar la nuclear de manera masiva.
Se estima que la demanda de energía atómica aumentará en un 66% en 2030, debido al incremento exponencial de las necesidades del mundo en electricidad. Esta salvaje necesidad galopará muy por delante del desarrollo de las energías renovables, por tanto, no podemos esperar otra cosa que monstruos como el que anunciamos. En este caso, se utilizaría para apoyar la extracción de petróleo y gas o minerales valiosos en el Ártico o regiones remotas. También como alternativa barata en zonas en desarrollo.
La plataforma flotante posee dos reactores de 35 megavatios con un tamaño de 144 metros de largo y 30 metros de ancho. Costará la módica cifra de 226.8 millones de euros. La central tendrá un costo por kilovatio/hora similar a una estación de energía hidroeléctrica (de las más baratas) y, además, cuenta con la ventaja de que puede ser transportada por el mar a cualquier lugar del mundo donde se necesite disponer de gran cantidad de energía. Por lo pronto, está previsto que suministre corriente a Viluchinsk, una ciudad situada en la península de Kamchatka, en Rusia.
La planta se colocará muy lejos para evitar generar alarma social pero eso no impide imaginar las consecuencias que tendría un accidente nuclear en pleno océano. Hay que tener en cuenta la vulnerabilidad que puede tener ante condiciones climatológicas extremas, ataques terroristas o, simplemente, qué harán con los residuos (¿y ese agujerito que va directo al mar? Demasiado grande para ser el retrete, ¿no?).
Se nos ponen las escamas de punta.