La NASA está reconsiderando sus planes para la Luna. El proyecto Constellation, que originalmente incluía cohetes Ares y módulos Orion, podría ser repensado para utilizar vectores más económicos. La conquista del espacio en la era post-transbordador parece estar signada por la falta de fondos y la reducción de costos. ¿Será posible mantener los niveles de seguridad actuales en ese escenario?
El año próximo, al cumplirse los treinta y tres años de su primer vuelo, el transbordador espacial será retirado de servicio. Esto tendrá consecuencias muy importantes en nuestros planes por conquistar el espacio, ya que esta familia de vehículos "casi reutilizables" ha sido el caballo que ha tirado del carro durante más de tres décadas. Su reemplazante será el proyecto Constellation, que a pesar de sus ambiciosos alcances, es visto por algunos analistas como un retroceso. Parte de esta visión se debe a que Constellation emplea -según los planes originales- cohetes Ares como vehículos de transporte, los cuales son desechables.
El transbordador, cuyo cuerpo principal puede volver a enviarse una y otra vez al espacio, es adecuado para trabajos en las cercanías de la Tierra, pero completamente inservible para viajar a Marte o descender sobre la Luna. Además, el costo de mantener en marcha una flota de estos cacharros es absolutamente incompatible con la crisis mundial, que parece haber hecho desaparecer una buena parte del dinero disponible para estos proyectos. Así las cosas, parece que la NASA ha comenzado a buscar alternativas más económicas para ir al espacio, que cuesten menos incluso que los cohetes Ares previstos originalmente como reemplazo del transbordador. Una forma de ahorrar dinero es -cómo no- reutilizar todo lo que se pueda.
Cada lanzamiento de un Ares cuesta miles de millones de dólares. La NASA cree que puede ahorrarse una buena parte de su dinero si continúa utilizando los impulsores de combustible sólido y el depósito de combustible utilizado en los lanzamientos del transbordador espacial. Habría que someter a un rediseño al Ares (o como sea denominado el nuevo engendro) para convertirlo en un vehículo de carga capaz de aprovechar no solo gran parte de la tecnología del transbordador sino también sus plataformas de lanzamiento actuales. Un primer análisis de los beneficios demuestra que podrían ahorrarse unos 28,400 millones de dólares, cifra nada despreciable. Sin embargo, hay algunos aspectos negativos a tener en cuenta.
En primer lugar, los nuevos cohetes ya no serán capaces de llegar a sitios que se encuentren más allá de la órbita baja terrestre. Esto significa que la NASA aún debe contar con (y eventualmente desarrollar) cohetes más potentes que sean capaces de ir más lejos que la Estación Espacial Internacional, como por ejemplo Marte o la misma Luna. Esto puede significar que el ahorro que se haga ahora termine convirtiéndose en un costo de desarrollo mayor dentro de unos años.
En segundo lugar está el tema de la seguridad. Uno podría pensar que pocas cosas pueden ser menos seguras que un transbordador, sobre todo luego de ver qué tan eficaces son para explotar en los primeros minutos de vuelo o al reingresar a la atmosfera, pero lo cierto es que a pesar de los dos accidentes graves que la NASA tuvo con esos vehículos, en general son seguros. Para lograr que un cacharro de ese tamaño y complejidad vaya y vuelva al espacio cientos de veces se necesitaron décadas de estudios, análisis y ensayos. Y nada de eso fue gratis o rápido. Si la NASA decide finalmente reconvertir sus Ares para hacerlos reutilizables, lo más probable es que no lo consiga para el año próximo, salvo que se salteen muchas de estas pruebas.
Puede que, finalmente, el precio a pagar por ahorrar algún dinero sea un nuevo estancamiento en la carrera espacial. Si se tienen en cuenta todos los protocolos de seguridad, los primeros lanzamientos seguramente no van a ser en el 2010. Y, si no se los respeta, las posibilidades de que algo salga muy mal y haya que "congelar” el proyecto para revisar dónde se ha cometido un error puede ser peor todavía. En este momento es muy pronto para saber cuál será la dirección que finalmente tomará la NASA, pero seguramente habrá abundantes noticias sobre el tema en los próximos meses.