Sabemos que el avión es una de las maneras más seguras de viajar, pero qué tal los helicópteros. Algunos ni puertas tienen. La NASA se tomó el trabajo de averiguarlo y hace unos días lanzaron un helicóptero a 51.1 kilómetros por hora, para probar una tecnología que sería capaz de disminuir los daños en caso de choque. En diciembre hicieron la misma prueba con el sistema activo y el impacto fue tres veces menor.
Claro, porque eso es lo que todo el mundo quiere ver. Cómo en la NASA pasan su tiempo estrellando helicópteros. Pero aunque no parezca, todo el proceso fue en nombre de la ciencia, con el objetivo de hacer los helicópteros más seguros y confiables de lo que son ahora. En diciembre del año pasado habían hecho una prueba idéntica, pero el helicóptero estaba equipado con un colchón de panal de abeja ampliable que absorbió la mayor parte del impacto. El nuevo helicóptero… no tuvo la misma suerte.
Como se puede ver en el vídeo, la NASA lanzó un helicóptero (modelo MD-500) con una trayectoria de vuelo de 33°, a 51.1 kilómetros por hora. El resultado fue un aterrizaje que destrozó el parabrisas y le propinó a los pasajeros un golpe capaz de quebrarles la espina. Según los estudios que le siguieron al experimento, las fuerzas G fueron el triple que las experimentadas en diciembre cuando se lanzó el mismo helicóptero con las mismas condiciones y la protección especial.
Eso sí, no va a haber una tercera prueba, ya que el MD-500 no ha quedado en condiciones. El ingeniero, Martin Arnett opinó: “Fuimos lo suficiente afortunados para que el helicóptero sobreviva el primer intento, de modo que pudimos usarlo de nuevo”. Fue tal el daño sufrido sin la protección, que ya no es posible hacer un nuevo intento. El objetivo era determinar cuán eficiente había sido la protección utilizada en la prueba anterior y cuánto ayudaría a reducir las lesiones de los ocupantes. El resultado fue más que positivo.
Al parecer, ayudó mucho, porque no solo sobrevivió el helicóptero, sino que la fuerza que golpeó a los ocupantes fue tres veces menor. La tecnología, conocida como un deployable energy absorber (absorbedor de energía desplegable) está hecho de Kevlar pero tiene una capacidad flexible que le permite quedar plano hasta que sea necesitado. Originalmente fue creado para disminuir la fuerza de impacto de las cápsulas espaciales del futuro. Afortunadamente, se le encontró un uso mucho antes.