La Universidad de Yale ha publicado un trabajo en el que demuestran que en el futuro las mujeres serán más bajas y rellenitas. Aquellos que las prefieren con curvas estarán de parabienes, ya que el estudio elaborado por el biólogo evolutivo Stephen Stearns sobre más de 14000 mujeres asegura que -contrariamente a lo que la moda y las modelos pretenden hacernos creer- las mujeres del futuro “pesarán más, serán más bajas y tendrán un corazón más fuerte que las actuales”. Si tuviésemos que guiarnos por la imagen que intenta imponernos el mundo de la moda, podríamos creer que en el futuro las mujeres pesarán unos 30 kilogramos y medirán más de dos metros de alto. Sin embargo, el aspecto de las modelos de alta costura parece no relacionarse demasiado con la realidad. O al menos eso es lo que piensa el biólogo evolutivo Stephen Stearns, de la Universidad de Yale. Stearns ha llegado a la conclusión de que las mujeres del futuro probablemente serán ligeramente más bajas y algo más gordas, con un corazón más sano y bastante más fértiles que las actuales. Su trabajo ha sido publicado en la revista Proceedings. Los avances médicos permiten que muchas personas, que antes habrían muerto jóvenes culpa de enfermedades o malformaciones, vivan ahora hasta una edad muy avanzada. Esto ha llevado a muchos a creer que la selección natural ya no afecta a los seres humanos y que, por lo tanto, hemos dejado de evolucionar. Sin embargo, el estudio de Stephen Stearns constituye en si mismo una prueba de que la raza humana sigue evolucionando. El científico se planteó la pregunta: ¿Las mujeres que dan a luz mayor cantidad de hijos transmiten algún rasgo distintivo a su descendencia? Para encontrar una respuesta, Stearns y su equipo revisaron exhaustivamente los datos disponibles de un extenso estudio preexistente, el Framingham Heart Study. Ese trabajo hace un seguimiento de los historiales médicos de los más de 14.000 habitantes de la ciudad de Framingham, en Massachussets, desde 1948. Para muchas familias, eso supone tres y hasta cuatro generaciones consecutivas. La atención del equipo de Stearns se centró especialmente en un grupo compuesto por 2.238 mujeres que ya habían superado la edad en la que aparece la menopausia y que, por lo tanto, ya habían concluido sus ciclos reproductivos. Los científicos se concentraron en determinar si algunas características, como la altura, el peso, la presión sanguínea o el índice de colesterol, entre otras, se relacionaba o no con el número de hijos que esas mujeres habían traído al mundo. Los resultados, como ocurre a menudo, contradicen en parte lo que el sentido común nos dice a gritos: Stephen Stearns concluye que “las mujeres del futuro serán más bajas, rellenitas y fértiles que las actuales, y también tendrán un corazón más sano y saludable” Parece que las mujeres más bajas y de más corpulencia tienen una inequívoca mayor tendencia a tener más cantidad de hijos que las más altas y delgadas. El análisis de Stearns también reveló que las mujeres que poseen una menor presión sanguínea y tienen índices de colesterol más bajos también tienen, en promedio, más hijos que las otras. Y que aquellas que habían tenido su primer hijo a una edad más joven, tardaban más que el resto en llegar a la menopausia. Estas características pasan a la generación siguiente, por lo que las hijas de esas mujeres también tenían más hijos que la media. Según los cálculos de Stearns, si esa tendencia continúa inalterada durante las próximas diez o doce generaciones, la mujer promedio será, en el año 2400, unos dos centímetros más baja (nada que no se arregle con un par de tacos) y un kilo más pesada que la actual. Además, tendrá a su primer hijo unos cinco meses antes que las mujeres promedio, y entrará en la menopausia unos diez meses después. La conclusión es que los humanos actuales -al menos en Framingham- siguen evolucionando y que, como afirma Stearns, “la selección natural aún está en funcionamiento” entre nosotros.