Mientras que el mundo continúa debatiendo su estatus legal, las pruebas científicas sobre los beneficios de la marihuana (destacando a su psicoactivo principal tetrahidrocannabinol o THC) siguen acumulándose. En esta oportunidad, la bióloga molecular española Cristina Sánchez de la Universidad Complutense de Madrid explica el mecanismo por el cual el THC provoca el suicidio de células cancerosas, reduciendo el desarrollo de los tumores.
Los tratamientos contra las múltiples formas de cáncer han mejorado mucho durante los últimos años, pero uno de los problemas principales es de precisión. La quimioterapia considera a todas las células como su “blanco”, cuando lo ideal sería enfocar su capacidad exclusivamente sobre células cancerosas. Las drogas localizadas son materia de amplio desarrollo, sin embargo, también están los cannabinoides. Para muchas personas, la marihuana está a la par de otras “drogas duras”, pero la comunidad científica se encuentra estudiando diferentes aspectos del cannabis, y hoy nos encontramos con su potencial como planta anticancerosa. Un vídeo publicado originalmente en diciembre de 2013 ha estado circulando por la Web en varias plataformas. Allí podemos ver a la bióloga molecular Cristina Sánchez, de la Universidad Complutense de Madrid, explicando los orígenes del THC, y la forma en que actúa sobre el organismo, gracias a los llamados receptores cannabinoides.
El descubrimiento de los receptores eventualmente llevó los “endocannabinoides”, que son producidos localmente en nuestro cuerpo, y al sistema endocannabinoide, con múltiples funciones biológicas, desde el apetito y la memoria hasta el sueño y la reproducción. Con el conocimiento de este sistema y más de una década de trabajo, Sánchez y sus colegas notaron que el THC estaba eliminando células enfermas. Si bien las células cancerosas pueden “morir” de varias maneras, Sánchez destaca que el THC provoca el “suicidio” de las mismas (una especie de autofagia, desde un punto de vista más técnico), lo que se considera como una forma “limpia” de eliminación. Varios modelos sobre animales en tumores cerebrales y mamarios revelaron que los cannabinoides podrían ser utilizados como parte de un tratamiento, combatiendo el crecimiento de los tumores.
Esto nos lleva a uno de los aspectos más importantes a la hora de utilizar THC y otros cannabinoides, que es la posibilidad de atacar solamente células enfermas, ignorando por completo al material sano. El trabajo de Sánchez y su equipo se suma al de otros investigadores que publicaron previamente la sorprendente capacidad terapéutica de los cannabinoides, y la propia bióloga se pregunta por qué en los Estados Unidos se sigue considerando al cannabis como una droga “Schedule 1”, cuyo punto “B” menciona que no tiene “un uso médico aceptado” para tratamientos en territorio estadounidense. Sánchez también habla sobre las propiedades del cannabidiol o CBD, un antioxidante muy potente que además de no ser psicoactivo, puede “potenciar” los efectos del THC. Por supuesto, esta noticia no transforma a la marihuana en una cura mágica, y su forma tradicional de consumo conserva un elemento de riesgo por la combustión, pero no hay dudas de que merece muchos más estudios de amplio espectro para establecer sus beneficios, y por qué no, habilitar más canales legales de tratamiento.