A menudo sucede que el capricho de un gobernante da como resultado una obra monumental. Los egipcios construyeron pirámides, los chinos una increíble muralla, los romanos acueductos y en Francia se dieron el gusto de construir la máquina de Marly. La función de este gigantesco mecanismo era proveer de agua a las numerosas fuentes y estanques del parque del Palacio de Versalles, que estaba situado a la inconveniente altura de 163 metros sobre el nivel del Sena. Sigue leyendo, y conoce los pormenores de una de las máquinas más grandes jamás construidas.
En el siglo XVII, las fuentes de Versalles consumían tanta agua como París. Obviamente, hacía falta una gran obra que llevase el agua desde un sitio en que abundaba (léase “el Sena”) hasta donde debía fluir para deleite del rey de turno. El problema era que, además de la distancia que separaba el río del palacio, había que salvar un desnivel de 163 metros. El único modo de transportar agua desde el Sena hasta las fuentes fue encarar la construcción de una enorme maquina hidráulica, que se convertiría en la más grande de la época. Nuevamente, el capricho de un gobernante originaria una obra gigantesca.
La máquina de Marly era incapaz de subir el agua casi 200 metros por sí sola. La tecnología de la época – estamos hablando del periodo comprendido entre 1681 y 1684- no disponía de bombas lo suficientemente potentes para lograr tal hazaña, ya que los “cueros” de los pistones no podían resistir una presión de más de 15 bars. Por eso se dividió el problema en tres partes, cada una destinada a impulsar el agua unos 50 metros. El caudal total era de unos 1.800 metros cúbicos cada día. El “motor” de la máquina era la misma corriente del Sena, que impulsaba 14 grandes ruedas dentadas que a su vez movían los pistones.
La máquina de Marly estaba construida casi totalmente de madera, y fue diseñada por la Liégeois Rennequin Sualem. En sus “tripas” había instaladas 14 ruedas hidráulicas de 12 metros de diámetro. También contaba con 221 bombas aspiradoras y expulsoras (64 abajo, 79 en el primer escalón y 78 en el segundo), todo marchando al unísono. Las obras empezaron en 1681 y la máquina estuvo lista en 1684. El prodigio fue inaugurado por Luis XIV en persona. Como puedes imaginar, semejante trasto era tremendamente ruidoso, caro y difícil de mantener. Las partes de madera, que constituían en 90% de la estructura, sufrían constantes deterioros. En algún momento del siglo XVIII se abandonaron las tareas de mantenimiento, y finalmente fue destruida en 1817.
Sin embargo, diferentes mecanismos reemplazaron a la máquina de Marly original. Una máquina de vapor -construida por el arquitecto Cécile y el ingeniero Martín- primero, y una máquina hidráulica, concebida por Dufrayer, el director del Servicio de Agua, en 1959. En 1968, para hacer frente a las necesidades cada vez más crecientes de agua, se modernizó la máquina de Dufrayer pero, en 1968, se la desmontó por completo para reemplazarla por las modernas electrobombas que funcionan en la actualidad. La máquina de Marly, al igual que el Barco de Teseo, todavía palpita en las orillas del Sena.