Se trata de la historia de una muerte anunciada, y al mismo tiempo, uno de los mayores desafíos que deberá enfrentar el mundo de la informática en la próxima década. La llamada Ley de Moore, concepto casi mágico que nos permitió duplicar la cantidad de transistores en un chip cada 24 meses, se está quedando sin aire. El quiebre del tick-tock por parte de Intel y los retrasos de AMD en la adopción de procesos más compactos son grandes indicios de ello, pero ahora, tenemos una especie de «confirmación oficial».
La última tarjeta gráfica de Nvidia, la Titan X, posee un total de 12 mil millones de transistores. Su fabricación está basada en la arquitectura Pascal, que fue creada en un nodo de 16 nanómetros. Los procesadores Skylake de Intel, actualmente disponibles, se encuentran en los 14 nanómetros, y la misma situación se repetirá con Kaby Lake, que rompe de forma efectiva al tick-tock. En promedio, el hardware destinado a dispositivos móviles aún posee una o dos generaciones de ventaja, pero tarde o temprano llegará a niveles similares. El punto es que no podemos seguir añadiendo transistores a un chip sin hacer ciertos compromisos. Eso nos lleva al estado de la Ley de Moore.
La Asociación de la Industria de Semiconductores, formada por Intel, AMD y GlobalFoundries, publicó su llamada «Hoja de Ruta Tecnológica Internacional», cuyo texto sugiere algo que ya considerábamos como inevitable: A partir del año 2021, los transistores dejarán de reducir su tamaño. ¿Por qué 2021? Porque cualquier intento de miniaturización avanzada no tendrá sentido en lo económico para esa época. 2021 también sería el año en el que los primeros chips de 5 nanómetros lleguen al mercado, a menos que aparezca una solución diferente antes. De hecho, datos provenientes de Intel proponen el abandono del silicio a los 7 nanómetros, pero aún con un cambio de material, alcanzaremos un punto en el que el famoso «efecto túnel» impondrá su autoridad.
¿Alternativas? Varias, a decir verdad. La detención del proceso de miniaturización no significa necesariamente una pausa para la cantidad de transistores presentes en un chip. El fabricante de turno puede, en teoría, incrementar la superficie de sus procesadores, explorar diseños tridimensionales, o por qué no regresar al concepto de módulos dedicados y especializados. Por otro lado, sería un error ignorar el potencial de la informática heterogénea, al que muchas compañías ya estudian de cerca. Tal vez el soporte de vida para la Ley de Moore se extienda media década más, sin embargo, nuestro deseo es que ceda su lugar a algo mejor.