La neurociencia es la nueva niña bonita de los investigadores. Ya es posible escanear el cerebro de las personas encargadas de acusar a otras para saber si se han basado o no en pruebas sólidas. ¿Podrán utilizarse estas imágenes como algún tipo de prueba a la hora de apelar un fallo? Qué es más ético, ¿leer la mente de un jurado o dejar que una persona inocente vaya a la cárcel por un crimen que no cometió?
La toma de decisiones sobre el destino de los criminales y los castigos a los que deben someterse no es una tarea fácil. Ante el más mínimo error, un asesino puede quedar en libertad o, al contrario, una persona inocente puede pasar el resto de sus días en la cárcel. Pero los científicos, luego de que la humanidad se ha valido de los abogados durante siglos para dirimir estas cuestiones, han descubierto que pueden “leer” en el cerebro de las personas encargadas de decidir si un criminal debe ser condenado y qué tan grave debe ser la pena.
El estudio, efectuado por investigadores de la Vanderbilt University, ha demostrado que es posible basarse en el resultado de un escáner cerebral para saber cómo se está administrando el castigo a alguien que ha cometido un delito. Es que los científicos saben que existen regiones del cerebro asociadas con los pensamientos racionales y también para las emociones. Puesto en prueba, los investigadores analizaron imágenes MRI del cerebro de voluntarios que debían determinar si un personaje era culpable o no del delito que se le imputaba. Los voluntarios recibieron todos los datos relacionados a los casos en cuestión y debieron basar su decisión en los hechos. El estudio concluyó que las áreas del cerebro utilizadas a la hora de acusar a alguien cuyo delito estaba probado más allá de todas duda, son diferentes de las empleadas cuando se debe condenar a una persona basándose en pruebas débiles, o cuando hay una duda razonable de que sea inocente.
Además, y gracias a este estudio, el equipo espera arrojar algo de luz sobre la complejidad jurídica implicada en la toma de decisiones. Esta línea de investigación también podría ayudar a determinar si los jueces (y demás árbitros) emiten sus fallos utilizando los mismos procesos mentales que el resto de nosotros o si todos sus años de estudio o experiencia verdaderamente los hacen más aptos para determinar el destino de un acusado.
No parece ser, en principio, algo demasiado útil, al fin y al cabo, el juez está expresando verbalmente (salvo que mienta) lo mismo que reflejan sus imágenes MRI. De todos modos, no deja de ser un descubrimiento interesante. Quién sabe, quizás en unos años podamos ver, en vivo y en directo, que está pasando (literalmente) por la cabeza de los jueces a la hora de emitir un veredicto y saber si una persona fue acusada por puros impulsos emocionales o por un verdadero proceso racional, apoyado por pruebas sólidas. Y, claro, las preguntas se mantienen.
¿Podrán utilizarse estas imágenes como algún tipo de prueba a la hora de apelar un fallo? Qué es más ético, ¿leer la mente de un jurado o dejar que una persona inocente vaya a la cárcel por un crimen que no cometió?