Hay pocas personas que no hayan soñado alguna vez con disponer de una capa de invisibilidad como la que portaba Harry Potter en sus aventuras. Llevan algún tiempo tratando de encontrar la clave para construir un material capaz de volverse invisible y ahora parece que están a un sólo paso de conseguirlo. El adelanto proviene de un equipo entre China y Estados Unidos, cómo no, y el uso de metamateriales ha sido la clave. Los ladrones de bancos deben estar frotándose las manos (y los bolsillos).
Una de las ilusiones más clásicas en los niños ha sido siempre una capa invisible. No hay chaval que no haya imaginado alguna vez la escena donde se encuentra cubierto por una salvadora invisibilidad mientras espía a su amor platónico, copia el examen del compañero o roba una tienda de juguetes a placer sin ser detectado. Un equipo de científicos de EEUU y China han perfeccionado la nueva generación de la capa invisible que puede hacer realidad todos esos sueños infantiles y alguno que otro más mayorcito. El secreto se basa en el uso de metamateriales, texturas peculiares con un diseño específico a escala microscópica, capaz de desviar los rayos de luz alrededor de ellas y devolverlos a su trayectoria. En otras palabras, materiales que son esquivados por la luz. Para conseguir el efecto se precisan dos factores: un modelo matemático para diseñar el material y la tecnología necesaria para fabricarlo. El grupo dirigido por David Smith, de la Universidad de Duke (EEUU), ya obtuvo un prototipo en 2006 pero ha sido mejorado con un nuevo algoritmo matemático.
La capa es una lámina de medio metro de largo por 10 centímetros de ancho y dos y medio de alto, formada por 10.000 diminutas piezas de fibra de vidrio en filas paralelas, 6.000 de ellas de formas diferentes, según definía el algoritmo. En tan sólo 9 días, los investigadores fabricaron la capa. Todo un récord que da cuenta de lo sencillo que resulta construir estos ingenios. El modelo experimental consiste en un espejo con un abultamiento, que la capa debía ocultar para que los rayos rebotasen como si la superficie fuera plana. El dispositivo funcionó a la perfección. Según Smith, el efecto es comparable al de un espejismo, donde el calor desvía los rayos de luz: “Se ve lo que parece agua sobre la carretera, pero en realidad es un reflejo del cielo”, detalla Smith. “En este ejemplo, el espejismo está ocultando la carretera que hay debajo. En la práctica, con este último diseño de capa estamos creando un espejismo de ingeniería”. Con otras palabras, imaginen que extiendo la mano recta y me enchufo un chorro de agua hacia el borde de la misma. El líquido recorre la superficie de la mano pero no rebota, de modo que rodea toda la masa de carne hasta salir por detrás. Eso más o menos es lo que hace la onda electromagnética.
Hasta aquí todo bien. La sonrisa se extiende por nuestras caras, las manos se frotan de pura esperanza y las miradas se vuelven opacas al concentrarnos en imaginar cómo sería usar esta capa y lanzarse a hacer diabluras por esos mundos de Dios. Pero ahora viene el chasco: esta capa no funciona con la luz visible. Sólo con microondas. Y que conste que a mí me fastidia tanto como a ustedes cuando me encuentro un apunte tan reventón y desesperante. Pero mi misión es contarlo. Así que tras una lectura llena de expectativas nos encontramos con un cacharro que no sirve más que desviar las microondas. Mira que les gusta a los científicos generar expectativa para luego segarnos de raíz y dejar a la concurrencia con el pico abierto. De todos modos, Smith es optimista: “El nuevo diseño puede ocultar un espectro de ondas mucho más amplio, casi ilimitado, y se escalará más fácilmente a infrarrojos y luz visible”, asegura. El investigador apunta que el invento podría además aplicarse para mejorar las comunicaciones inalámbricas, ya que los obstáculos podrían hacerse invisibles a las ondas, “eliminando el efecto de las obstrucciones”. Como era de esperar, este material lo adoran los militares; la investigación está cofinanciada por la Fuerza Aérea de EEUU y la empresa de sistemas de misiles Raytheon. Téngase en cuenta que una capa de invisibilidad que desvíe todo el tipo de ondas que utilizan en la detección de larga distancia equivaldría a disponer de aviones, tanques y cohetes completamente oscuros para los aparatos de detección del enemigo.
Y a nosotros que nos zurzan. Seguiremos esperando esa capita de Harry para tareas menos ambiciosas y contentarnos con asomarnos a alguna que otra ducha de animadoras (que triste, para lo que hemos quedado).