El Gran Intercambio Americano fue uno de los eventos más importantes que se hayan registrado, con un amplio movimiento de fauna que se desarrolló de norte a sur, y viceversa. Los expertos han establecido que los carnívoros del norte triunfaron sobre los depredadores sudamericanos, pero por varios millones de años existió una excepción a esa regla: Phorusrhacidae, también conocidas como «Aves del Terror», cuyos restos se han encontrado en Florida y Texas.
La historia nos dice que tras la separación del supercontinente Gondwana, Sudamérica se convirtió en un entorno aislado que dio lugar a una fauna completamente diferente en comparación a la que existía en el resto del planeta.
Se calcula que las primeras visitas al continente sudamericano provenientes del norte se dieron hace 7.3 millones de años, mucho antes de la formación del Istmo de Panamá, pero sólo fue con su aparición definitiva (2.8 millones de años atrás) que se estableció el Gran Intercambio Americano.
Carnívoros ágiles (cánidos, felinos, osos y varios roedores) viajaron al sur y tuvieron un gran éxito, gracias a una mejor preparación por su competencia interna, adaptación al clima y espacio más amplio de desarrollo, mientras que de sur a norte, sólo los marsupiales y xenartros (armadillos, perezosos, osos hormigueros) lograron triunfar en su nueva tierra. Sin embargo, hay un asterisco en el expediente…
Phorusrhacidae: Las Aves del Terror
Básicamente estamos hablando de pájaros gigantes con una altura máxima de tres metros, y unos 150 kilogramos de peso. Estas características le permitieron convertirse con facilidad en el superdepredador del continente sudamericano, pero los datos disponibles sugieren que comenzó su desplazamiento al norte hace cinco millones de años, con el Istmo de Panamá incompleto y todavía en formación.
Algunas especies bajo la familia de aves del terror fueron carroñeras, pero el resto cayó definitivamente en la categoría de depredador. Los huesos de sus cráneos estaban fusionados, de modo tal que usaban la combinación «pico-cabeza» como si fuera un martillo.
Los picos terminaban en un gancho, diseño ideal para perforar, abrir y desgarrar presas, y la fuerza de sus piernas era tal que podían romper huesos. Los expertos creen que los cariámidos, descendientes modernos de las aves del terror, heredaron de sus ancestros un particular estilo de caza, que es tomar a su presa con el pico y azotarla contra el suelo hasta matarla. Imaginen a un pájaro de tres metros haciendo eso.
Por lejos, las aves del terror fueron las depredadoras más exitosas en el norte, llegando incluso a Florida y Texas, pero fue allí en donde encontraron una enorme competencia, cortesía de lobos, perros salvajes, y los famosos tigres dientes de sable.
Sin embargo, el aspecto más importante que contribuyó a su desaparición fue el cambio climático (asociado a la última era del hielo), limitando su invasión efectiva a menos de tres millones de años.