¿Les pongo unas palomitas y una Coca-Cola? Con este titular sería lo mas apropiado pero, según la noticia, realmente nos encontramos ante una invasión en toda regla por parte de unas medusas que poseen una característica de ciencia-ficción: son inmortales. Esto no quiere decir que si las pisamos o las disecamos vayan a quedarse tan tranquilas, pero el envejecimiento no les afecta y su número aumenta por todos los mares del planeta mientras están leyendo este artículo.
No existe un animal más fascinante y la vez más odioso que una medusa. Sus formas cristalinas arrebatan nuestra percepción de la belleza, sus movimientos melifluos nos atrapan y, sobre todo, nos hipnotiza esa capacidad de causar dolor que poseen. Las hay de todo tipo y condición. Pueden ser enormes como el Kraken o pueden ser microscópicas como nuestra protagonista. Unas son más coloristas, otras más sobrias. Pero todas tienen un punto en común: que son dañinas. Muy bonitas, sí, pero muy dolorosas. Algunas incluso te pueden llevar directamente al infierno, entre dolores horrendos y espasmos insoportables. Y para colmo, estos bichos inmundos apenas tienen depredadores. Nadie se las come en su hábitat natural, excepto las tortugas, y esas andan tan esquilmadas que poco van a poder hacer por reducir su número de modo significativo. Y para terminar de dorar la píldora, nos encontramos con esta noticia que asegura que una especie diminuta de medusa se está extendiendo por todos los océanos del planeta, con el curioso nombre de Turritopsis nutricula (me suena a enfermedad venérea, de esas que mueres entre vómitos salvajes y cagaleras furibundas). Pero lo más inquietante de esta medusa es que posee una característica que la hace única entre todas las criaturas del reino animal. De hecho, de una forma que la ciencia aún no ha logrado comprender, la medusa Turritopsis nutricula es inmortal.
De alguna manera que la ciencia aún no ha logrado explicar, llega a su ciclo de madurez, y en vez de ponerse vieja ( como hace todo el mundo), peinar canas, quejarse cuando se levanta de la silla y toser de vez en cuando, lo que hace es rejuvenecer y volver al estado de pólipo. Con el tiempo avanza a su edad adulta hasta que se aburre y de nuevo regresa a su edad juvenil. Así una, dos, tres veces….el ciclo, aseguran los científicos, es potencialmente infinito. Este milagro lo realiza la medusa porque ha conseguido dominar el proceso de transdiferenciación, esto es, que es capaz de hacer que sus células ya diferenciadas, vuelvan a la época anterior donde aún no estaban especializadas. Este fenómeno tiene que ver con la capacidad de regenerar tejidos o partes del cuerpo, como hacen las estrellas de mar, que les cortas una pata y al tiempo, les nace otra. Pues la Turritopsis lo que hace es regenerarse pero toda ella entera. En pruebas de laboratorio, el cien por cien de los ejemplares de la Turritopsis analizados han madurado y vuelto a la juventud decenas de veces, sin perder en esos cambios ni una sola de sus características o capacidades. Los investigadores tuvieron que llegar a la conclusión de que la muerte orgánica es algo que en esta especie, sencillamente, no sucede.
La existencia de esta excepcional criatura se conoce desde hace unos 10 años. Los científicos se lanzaron de cabeza a explorar hasta la última molécula de este increíble saco de agua y proteínas, pero no lograron arrancarle el secreto de la inmortalidad. Se puede encontrar en Internet detallados artículos sobre su biología y características, entre ellos el publicado en 1996 en «Biobull». Pero la voz de alarma no saltó hasta el pasado verano. La bióloga Maria Pia Miglietta, de la Pennsylvania State University, realizó una serie de análisis genéticos realizados a decenas de ejemplares de la medusa se dio cuenta que la especie, originaria de los mares del Caribe, se había extendido por todos los océanos del mundo. Lo que es capaz de hacer esta medusa, afirma la investigadora, «equivale a una mariposa que pudiera volver a convertirse en una oruga». En sus análisis, Miglietta comparó el ADN mitocondrial de ejemplares de Turritopsis recogidos en Florida y Panamá con otros procedentes de otros lugares del mundo y que habían sido recolectados durante investigaciones anteriores.
Y fue al hacer esta comparación cuando se encontró con la sorpresa de que determinadas secuencias genéticas se repetían en ejemplares obtenidos desde Panamá hasta Japón. En quince de ellos, procedentes de ambos países y de las costas españolas e italianas, las secuencias eran idénticas. La existencia de este patrón implica una extraordinaria facilidad de movimiento. Y los investigadores creen que esa facilidad, igual que la de muchas especies marinas invasoras, procede de las bodegas y los tanques de lastre de los barcos que navegan por esas aguas.
Últimamente se han puesto de moda en los restaurantes orientales bajo el lema de “todo lo que se mueve, se come”. Uno de los máximos expertos en medusas, el Dr. Thomas Heeger afirma que casi todas las medusas del Mediterráneo son comestibles, sobre todo la famosa “huevo frito”, la que más abunda. De ellas también se aprovecha su veneno que se utiliza tanto para enfermedades coronarias como en tratamientos contra el cáncer. De hecho fueron los médicos, y no los cocineros, los que escribieron los primeros tratados de cocina en la antigua China. Como explica la señora Ling, la cocina tradicional china se rige por parámetros medicinales y las medusas en concreto sirven para bajar la presión alta y en general hacer limpieza de toxinas. Esto último lo digo para consolarnos, porque como realmente esa medusa se nos cuele en todas las playas del mundo, estamos perdidos ¿Por qué no les habrá dado a las mariposas por hacerse inmortales, que ellas no se meten con nadie?