Lo ignoramos en la gran mayoría de los casos, pero al mismo tiempo puede indicar una falla cuando no se mueve o deja de parpadear. Obviamente hablamos del cursor de texto, un recurso fundamental para saber dónde estamos ubicados en la pantalla. ¿De dónde viene? ¿Cuánto tiempo lleva entre nosotros? La historia del cursor de texto precede al MS-DOS y a los ordenadores hogareños, pero gracias a la magia de la Web, hoy tenemos una idea bastante sólida sobre su origen…
La intervención de los ordenadores en algunos campos fue absolutamente revolucionaria, pero los procesos iniciales de adaptación no estuvieron libres de problemas. Por ejemplo, el arte de la tipografía quedó de cabeza al utilizar los primeros «proto-procesadores», con pantallas de baja resolución que presentaban una marea verde casi imposible de entender. Con el paso del tiempo, los sistemas electrónicos mejoraron su calidad, pero aún se necesitaba una forma efectiva e intuitiva de insertar, editar y eliminar texto sin caer en un laberinto de caracteres.
El origen del cursor de texto parpadeante
Fast forward a 1967, año en el Charles Allan Kiesling, veterano de la Guerra de Corea e ingeniero empleado por Sperry Rand, presentó su solicitud para la patente US3531796A, titulada «Cursor Parpadeante para Pantalla CRT». Kiesling fue parte de Sperry Rand (luego Unisys y otras subsidiarias) por 38 años hasta su retiro en 1993. Sólo a través de su hijo, quien publicó un breve mensaje en Stack Exchange a principios de 2014, podemos confirmar que su objetivo fue utilidad pura: No había nada que indicara su posición en la pantalla, y así fue que el cursor parpadeante se convirtió en un recurso vital para que los programadores pudieran ubicarlo entre todo el caos de texto.
La exposición del cursor de texto creció junto a la de los ordenadores, y en algunos casos, fueron necesarios compromisos técnicos. Andy Hertzfeld, miembro del equipo de desarrollo de la Macintosh, explicó que el Apple II no tenía soporte para letras minúsculas debido a sus límites originales de memoria, y que Steve Wozniak valoraba más el parpadeo. Pero el propio Woz compartió una versión diferente de los hechos, mucho más humana: Estaba quebrado en aquella época, y no tenía el dinero para implementar el soporte de minúsculas correctamente.
El resto es una cuestión de «si no está roto, no lo arregles»: Al igual que el volante de un automóvil, el cursor de texto parpadeante funciona demasiado bien como para reemplazarlo, al menos en ordenadores de escritorio y portátiles. Es sencillo, intuitivo, y lo más importante, no estorba el trabajo del usuario.
Fuente: Inverse