Ya sabemos quién es el jugador de fútbol más caro del mundo. Lo mismo va para el café, una pintura, un coche, comidas, ordenadores y hasta alfombras. Entonces, ¿cuál es la fotografía más cara del mundo? La respuesta es “Phantom”, tomada por Peter Lik en el Cañón del Antílope, ubicado en Arizona. El número mágico es de 6.5 millones de dólares, pero lo que debería ser una celebración para la fotografía en general, ha generado una ola de enojo a través de la Web.
La intervención tecnológica ha distorsionado límites que en el pasado estaban muy bien definidos. Hoy se dice que los aviones prácticamente vuelan solos, y que los corredores de coches manejan ordenadores sobre ruedas. La tecnología también alcanzó a diferentes formas de arte, y las mismas dudas comenzaron a afectar su integridad. Películas plagadas de efectos, música procesada e impresoras 3D que reproducen objetos antiguos a la perfección forman parte de la discusión, pero no debemos olvidar a la fotografía. ¿En qué punto termina “la cámara” y comienza “el fotógrafo”? Una curiosa disputa de propiedad intelectual probó que uno no depende necesariamente del otro, sin embargo, la pregunta ha ganado mucha tracción después de que se conociera la fotografía más cara del mundo. El trabajo pertenece a Peter Lik, y su nombre es “Phantom”.
El rayo de luz combinado con el polvo que se eleva justifica en gran medida el nombre escogido, pero la gran duda es si Phantom vale en verdad 6.5 millones de dólares. Inevitablemente deberíamos extender esa pregunta a otras expresiones de arte. ¿Acaso es lógico que “Los Jugadores de Cartas” de Cézanne valga casi 300 millones de dólares? Para quien compró la pintura no hay dudas de ello, y supongo que lo mismo se aplica al comprador de Phantom. Esta fotografía forma parte de un trío vendido por Peter Lik. Las otras dos, “Illusion” y “Eternal Moods”, fueron adquiridas por 2.4 y 1.1 millones de dólares respectivamente. En otras palabras, el combo fotográfico de Lik asciende a diez millones de dólares.
Se supone que estas espectaculares cotizaciones deberían reforzar la posición de la fotografía como arte. Aún así, no todos están felices por Phantom. Un artículo muy duro en The Guardian llamó a Phantom “cliché de mal gusto”, consideró “tonto” a quien compró la imagen, y directamente niega que la fotografía sea arte. También hay ataques para Lik, a quien muchos califican de “charlatán” y “adicto a la publicidad”. Por alguna razón, esta clase de críticas me recuerdan un poco a lo que se dijo sobre Andy Warhol en el pasado. Me gustaría contar con la opinión de fotógrafos en este punto, entusiastas y profesionales. ¿Vale Phantom lo que se pagó por ella? ¿La fotografía es arte? Los comentarios están abiertos.
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